Una forma es repartir las inversiones entre distintas zonas geográficas y monedas.
Aunque parezca complicado, no lo es. Existen fondos de inversión, sicavs y ETFs al alcance de todo el mundo a través de los que se puede hacer este tipo de operativa de forma simple, diversificada y clara.
Parece sensato tener la mayor parte invertido en Europa debido a que es un mercado bursátil que se ha quedado algo rezagado a pesar de que las empresas están presentando buenos resultados. Se están realizando operaciones corporativas e incluso las propias compañías están comprando sus acciones. De las europeas, parece que la alemana está cumpliendo muy bien sus objetivos y si el EuroStoxx puede consolidar los 3.000-3.030 ayudará. Parece ilógico tener mucha parte de la cartera europea en España, al menos de momento, por la situación política, la de sus bancos y los intereses en Brasil y Reino Unido.
El mercado norteamericano debe estar muy presente, especialmente tras la rotura del S&P de su anterior máximo histórico, punto en el que ahora presentará un soporte sólido; que el Nasdaq lo consiguiera podría desatar nuevas oleadas de compra. A pesar de eso, no debería ser más de un 30% ya que las valoraciones son mucho menos atractivas y el recorrido del dólar presenta cierto agotamiento, al menos hasta que rompa el 1,05-1.
En Japón se puede estar posicionado (5-10% de la cartera), ayuda a la diversificación (los sectores son diferentes a los europeos) la moneda, que a pesar de los intentos del Banco de Japón, sigue sólida, y el nivel de 16.400 del Nikkei está funcionando. Por último, los países emergentes deben tener un peso similar o incluso mayor, siempre sobreponderando Asia ya que es un mercado con potencial y poco correlacionado.
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