La fábrica se encuentra a las afueras de Felanitx, en la carretera que lleva a Porreres.

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Treinta y nueve ganaderos de Felanitx unieron sus fuerzas en 1982 para poder sobrevivir trabajando en el campo, una alianza que perdura con éxito y con un gran arraigo en la zona. Ramaders Agrupats se define como una empresa productora, elaboradora y comercializadora de carne que “intenta cerrar el círculo” para llegar directamente al consumidor final con un producto de calidad.

PEQUEÑOS GRANDES PASOS. En sus inicios, estos ganaderos tuvieron claro que había que juntarse para poder llegar directamente al cliente sin tener que pasar por intermediarios. Este objetivo los empujó a comprar un local en la calle de las Eres donde había un horno, que transformaron en carnicería. Los socios se iban turnando para matar los cerdos y llevarlos al matadero, y las mujeres atendían la tienda. Poco a poco la carnicería cogió fuerza y pronto se trasladaron a Can Vermell, una matança que estaba en desuso en la calle Estrella.

Ramaders Agrupats dio otro gran paso cuando en 1995 el matadero de Felanitx, que era municipal, estaba a punto de cerrar. El edificio era antiguo y no cumplía la normativa comunitaria, por lo que necesitaba una gran reforma y transformación. Entonces, la sociedad agraria propuso al ayuntamiento gestionarlo, y ellos se encargarían de reformarlo para poderlo homologar y conseguir el registro sanitario. Les otorgaron la concesión por 50 años, por lo que es uno de los cuatro mataderos que quedan en Mallorca.

El trabajo de Ramaders Agrupats empieza en el campo. Actualmente tienen 41 socios, que son las mismas familias que en su fundación pero en algún caso el negocio ha pasado de un padre a varios hijos. Además de a los socios, compran ganado a otros payeses de la zona y producen cerdo, cordero y buey.

Los bueyes se tienen contratados antes de la producción, con ocho o nueve meses de anterioridad. Por lo que respecta al cordero, hay más cuando llueve y menos en verano. Pero la mayoría de productores se dedican al cerdo de engorde, que pasa por una muy mala racha que dura ya más de un año debido a la sobreproducción en la Península, que hace llegar carne a la isla un precio mucho más bajo que lo que cuesta producir aquí y está provocando el cierre de explotaciones.

Por este motivo, su apuesta desde el principio fue ofrecer garantía de un producto fresco y de calidad. “Nos hemos dedicado a hacer cruces de cerdo para dar con un animal con grasa infiltrada para que, sin que tenga demasiada grasa, la carne sea de más calidad”, explica la gerente Margalida Obrador.

La mayor parte de la comercialización se hace de su producto, aunque también tienen una pequeña línea de carne de cerdo que no es de Mallorca porque “hay que cubrir esta demanda de precios más bajos”.
Sus principales clientes son supermercados, carnicerías, restauración y el cliente final a través de sus propias tiendas. Para la gerente, no tiene sentido dedicarse a los hoteles: “Mientras no nos dediquemos a comprar y vender, sino que vendamos nuestros animales, tiene poco sentido vender a los hoteles. Lo que nos interesa es defender el precio del productor, y para eso no puedes vender barato. Nosotros somos los de abajo”, reivindica.
Y toda la filosofía de la empresa se basa en ser competitivos en el mercado salvaguardando a los ganaderos: “La competencia compra lo que necesita, determinadas piezas como el lomo de cerdo, pero nosotros tenemos el cerdo entero y el precio tiene que complementar lo que no se vende tanto. Como contrapartida, el producto de aquí es más fresco y de más calidad”, explica Obrador.

Además de la carne fresca, elaboran una gran diversidad de productos de charcutería como mortadela, choped, jamón dulce, y el embutido mallorquín: sobrasada, camaiot y botifarrons.

También hacen hamburguesas, salchichas, bratwburg y toda una línea de carne preparada como croquetas, canelones, sopa rellena, caldo, pinchos, escalopes, etc. Además, cuentan con una línea de carne congelada que ponen en marcha sobre todo en invierno, cuando “no hay gente en Mallorca pero los cerdos sí que están”.
En la actualidad tienen cinco carnicerías propias: en la misma fábrica, en la carretera de Felanitx a Porreres, en la calle de las Eres y en el mercado municipal de Felanitx; y otras dos en los supermercados Lidl de la calle Aragón de Palma y de Ocimax, delante de las cajas.

La empresa ha experimentado mucho en puntos de venta y en líneas de negocio, con resultados dispares. Por ejemplo, en el año 2000 abrieron cinco tiendas con todo el producto envasado que no funcionaron, explican, porque los clientes todavía quieren la carne al corte, a su gusto. También han llegado a acuerdos con varios supermercados para llevar la sección de carnicería y charcutería durante periodos determinados y han abierto, cerrado y vuelto a abrir varios establecimientos. “Intentamos no ir por detrás de la competencia aunque nuestra línea de producto es muy artesanal. Para nosotros cerrar no es un fracaso. Lo probamos, y si no funciona no te puedes parar. Pero nos movemos siempre alrededor de cinco tiendas propias”, destaca Sion Gelabert, director financiero, quien comenta que sus productos se pueden encontrar en unos 40 supermercados y carnicerías de toda la isla.

Otro de sus servicios es el de la matanza al gusto. En el matadero también sacrifican animales para otros, y si un cliente no tiene animal, puede ir a la fábrica a hacer su propia fórmula para la sobrasada o los productos que desee con la carne.

EL CICLO DE LA FÁBRICA. La temporada baja es muy corta para la fábrica de Felanitx. “Nuestra temporada alta empieza en Semana Santa y sigue durante el verano. Después empiezan las matanzas y enseguida llega Navidad y las torradas por Sant Antoni y Sant Sebastià. La temporada baja es muy corta, de Sant Sebastià hasta la Semana Santa, en función de como caiga”, explican. Y el punto álgido de ventas es en agosto y septiembre, cuando llegan los turistas españoles que compran mucha sobrasada.

FUTURO INCIERTO. Con una facturación que ronda los cinco millones de euros y 64 trabajadores, Ramaders Agrupats afronta un futuro incierto por la baja rentabilidad del campo. “Veo muy mal la producción en Mallorca porque las explotaciones están cerrando. Es más cara que en la Península debido a los costes de insularidad y a su pequeño tamaño, pero el día que se pare la producción, el campo traerá grandes costes para suplir la función del payés, y entonces se valorará el trabajo que hacen hoy gratis”, cree Obrador, mientras lucha para que esto no pase: han abierto un canal de venta online de embutido, tienen presencia en las redes sociales para dar valor al producto local, hacen visitas guiadas a la fábrica y se marcan el reto de darse a conocer en Palma, donde no tienen tanto arraigo como en la Part Forana.