La masificación llegó a Palma en julio y agosto. | ARCHIVO

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El alquiler vacacional ha provocado este verano una intensa polémica. La gran mayoría de alcaldes ven en este tipo de turismo una oportunidad de negocio para sus vecinos. Consideran que de esta manera el turismo se democratiza y además de los hoteleros, los beneficios alcanzan a muchos pequeños propietarios.

Es también una salvación para los municipios de interior, que por primera vez ofrecen la posiblidad de tener ingresos del turismo, primero con reformas y una vez ya tienen turistas, mediante una dinamización de los diferentes comercios, bares y restaurantes.

Por ejemplo, en Sant Joan, su alcalde Pablo Pascual afirma que tienen “una treintena de viviendas turísticas inscritas ya desde antes de la Ley del Turismo, y no inscritas unas pocas más”. Han colgado el cartel de completo hasta finales de octubre, asegura. De manera similar, el alcalde de Ariany, Joan Ribot, considera que “el turismo es nuestra esperanza” y que gracias a sus conocidos restaurantes y al alquiler vacacional, Ariany ha empezado a tener ingresos del turismo y dinamizar el tejido empresarial local “sin perder los rasgos típicos de un pueblo del Pla de Mallorca”.

Un caso similar es el de Alaró, donde entre agroturismos, hoteles de interior y viviendas vacacionales, el turismo empieza a ser fundamental en el municipio y ayuda a activar el comercio local, según su alcaldesa Aina Munar. De manera similar, Biel Mas, alcalde de Maria de la Salut, contabiliza más de 90 casas vacacionales, de las que no todas están declaradas como turísticas: “Nos estamos empezando a abrir hacia el turismo de interior”, manifiesta. Y en Costitx, la primera vara Antoni Salas asegura que las viviendas vacacionales suponen “un gran estímulo para todo el municipio, primero porque se invierte en reformar y mejorar estas casas y después porque los turistas gastan dinero en el pueblo”. Cuentan con 28 viviendas declaradas y en total, incluyendo las no declaradas, superan el medio centenar, viendo las ofertas por internet, asegura.

Josep Carreres, alcalde de Ferreries, indica que tienen poco territorio costero, solo Cala Galdana. “Tenemos mucha industria y un sector primario potente, pero las viviendas vacacionales tienen poca importancia”, indica. Aun así, cuentan con 39 viviendas turísticas declaradas con un total de 221 plazas, casi todas en Cala Galdana.

ZONAS DE COSTA. La situación es muy diferente en las zonas de costa, que tienen una industria turística desarrollada desde hace décadas con hoteles, apartamentos y algunas viviendas turísticas. No obstante, en los últimos años la oferta de casas se ha multiplicado. Llorenç Galmés explica que en Santanyí están notando el auge del alquiler vacacional sobre todo en los núcleos que no tienen costa. “La oferta hotelera se ha visto más que superada por viviendas turísticas”, explica. A principios de 2016 se incorporaron 2.500 nuevas plazas de viviendas turísticas regularizadas. “Las viviendas tienen demanda y los mallorquines han aprovechado para hacer reformas y alquilar, pero también gente de fuera viene a invertir y hay mucha vivienda nueva de lujo que se construye pensando en alquilarla”, explica Galmés.

Pero sin duda, donde este fenómeno se ha desbordado es en Pollença, donde es prácticamente imposible conseguir un alquiler de largo plazo, según su alcalde Miquel Àngel March. El municipio concentra el 30% de la oferta registrada en el Catàleg Hoteler de la Conselleria de Turisme, según estudios de la UIB, con 211 viviendas turísticas registradas y 102 sin registrar.