Tal como plantean los datos del informe, desde la Federación SOMOS CONSCIENTES de que el impacto del turismo sobre el progreso económico y social de un país o región puede ser enorme. De hecho, la contribución que efectúa directa e indirectamente al valor añadido, la creación de empleo y, por consiguiente, a la generación de renta viene siendo ampliamente contrastada, de manera que hoy nadie pone en duda el poder que reside en los denominados ‘efectos multiplicadores del turismo'. Y es, precisamente, por esta cuestión, que su aportación puede, en un momento como el actual, ir mucho más allá. La necesaria adaptación a un escenario altamente globalizado y, por tanto, cada vez más complejo, obliga a países y regiones a asumir de manera clara y decidida un ambicioso proceso de transformación al que el turismo, no tan solo no es ajeno, sino que, en calidad de aliado, tiene un elevado potencial.
En regiones como Balears, donde existe una larga y fructífera tradición en torno al desarrollo del turismo, la interacción de las actividades que forman parte de la cadena turística de valor con el resto del tejido productivo, así como las relaciones que dicha cadena mantiene con buena parte de los aspectos económicos, sociales y ambientales que afectan al bienestar, son clave tanto para superar las dificultades coyunturales sobrevenidas, como para abordar los cambios estructurales necesarios para impulsar la competitividad global del archipiélago. Todo ello, en un contexto en el que el atlas turístico mundial, las condiciones de competencia y los requerimientos de la demanda están sujetos a una dinámica de mutación permanente que conduce también a la transformación de la cartera de productos, modelos de negocio y segmentación del destino.
Desde esta perspectiva, en la FEHM ESTAMOS CONVENCIDOS de que el turismo balear está en condiciones de mantener un notable poder de atracción y gestión de importantes flujos de visitantes –tal y como ha puesto de manifiesto esta última temporada– y de adoptar un rol activo en la formulación de una propuesta de valor que mejore los resultados del sector y contribuya, al mismo tiempo, a asimilar el patrón de crecimiento de las Islas al de las regiones europeas más avanzadas. Y es que a las ventajas comparativas que Balears atesora en la dotación de recursos naturales y culturales se añade el know-how acumulado a lo largo de varias décadas por un tejido empresarial cuyo liderazgo en la provisión de servicios turísticos es reconocido internacionalmente. Contamos, pues, con un valioso bagaje que, sin duda, podemos (re)capitalizar. Por ello, tenemos claro que la continuidad no solo temporal sino cualitativa del turismo requiere identificar, valorar y revertir todos aquellos factores que limitan su recorrido y, por tanto, su contribución a futuro.
Desde la FEHM, ESTAMOS DISPUESTOS a asumir el reto y trabajar para que los resultados derivados de una coyuntura turística favorable como la actual se traduzcan en una mejora efectiva de nuestro producto, del posicionamiento de nuestras empresas y, por ende, de la contribución al tejido regional en el que desarrollamos nuestra actividad. Si queremos reproducir el carácter pionero que guio la creación del turismo balear, ahora, en el momento de su transformación, necesitamos contar con un marco institucional que:
(I) Ordene la actividad turística y contribuya a frenar el intrusismo y la economía sumergida.
(II) Genere un entorno de confianza propicio a la inversión.
(III) Adecúe la dotación de infraestructuras tecnológicas y logísticas.
(IV) Facilite la mejora de la productividad y la innovación turística.
(V) Asegure la sostenibilidad del destino.
Entendemos que la nueva política turística debe adoptar, pues, una visión holística que, desde soluciones creativas y concertadas, permita encajar los retos económicos, sociales y ambientales del turismo en la superación de los retos regionales.
Un enfoque integrado que prime la cooperación del sector público con el sector privado con la finalidad de alinear esfuerzos y articular el conocimiento estratégico necesario para forjar nuevas ventajas competitivas sobre las que asentar la creación de valor turístico y, por ende, también regional.
Trasladar el rol estratégico del turismo desde su aportación a las magnitudes macroeconómicas a su condición de vehículo transformador, ya es transformación. Y, más que nunca, una apuesta a favor de la creación de más valor.
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