El pabellón se construye únicamente con tres materiales: tela, sal y aire.

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“Queríamos crear un mundo onírico y sensorial. Un espacio que descolocase y desafiase al usuario, forzándole a replantearse su manera de relacionarse con la arquitectura”, explica Hugo Cifre, un arquitecto ibicenco que con su equipo, formado por Margarita Fernández, Miguel Ángel Maure, Álvaro Gomis, Javier Guerra y Raquel Ocón, han creado el proyecto de un pabellón hinchable Espacio [La Nube] de 1.000 metros cuadrados construido únicamente con tres materiales: tela, sal y aire. “Estábamos organizando el INCM Madrid 2016, un evento que reúne a 200 estudiantes de arquitectura de toda Europa dentro del marco de EASA (la Asamblea Europea de Estudiantes de Arquitectura, en sus siglas en inglés), y entre otras necesidades teníamos que cubrir la de alojar a estos estudiantes que se iban a desplazar a Madrid”, relata Hugo Cifre.

Con motivo de este evento se les ocurrió la idea de construir una estructura efímera, pero resolutiva: “Madrid es una ciudad muy burocrática y conseguir la cesión de un espacio para albergar a dichos estudiantes se planteó como algo imposible. A cinco meses de la llegada de los invitados europeos nos dimos cuenta de que no íbamos a conseguir que nos cedieran un espacio con las características que necesitábamos. Ese fue el momento en el que nos dijimos: ‘somos arquitectos, si nadie nos va a dar el espacio, lo construiremos nosotros mismos’. A partir de ahí nos volcamos en el diseño y construcción del proyecto”, explica Cifre. El equipo ha destinado 150.000 euros al pabellón. Estos jóvenes arquitectos presentaron el proyecto a la asamblea EASA, donde ganaron y tuvieron un año para recaudar fondos para poner en marcha el pabellón. “Presentamos el proyecto a grandes empresas del sector de la construcción, la neumática, la luminotecnia y la aerodinámica, como Cemex, Osram, Gandía Blasco, Sika, HNA o Sodeca, entre otras, y les gustó tanto la idea que se involucraron financiándolo económicamente o mediante la cesión de material”.

La tela del pabellón es de un material ligero, ignífuga, impermeable y con filtro de rayos UVA. “Para hincharlo usamos seis ventiladores industriales regulados por un sensor de presión mediante el cual aumentamos o disminuimos automáticamente el caudal de aire para mantener una sobrepresión respecto al exterior”, afirman. El pabellón, según relatan, se mantiene en pie gracias a la sobrepresión que ejerce el aire sobre la tela. “No existe ninguna estructura rígida que soporte, lo cual nos permitió abaratar costes y generar un espacio totalmente diáfano”. Para evitar la condensación diseñaron un suelo salino que absorbe la humedad “a la vez que refuerza esta cualidad onírica e irreal tan característica del espacio”, añaden.

UTILIDADES. Por el momento, esta estructura efímera se ha usado únicamente en Madrid, pero sus creadores piensan que tiene “mucho potencial en el mundo del ocio nocturno y actualmente estamos trabajando para traerlo a Balears”. “En un mundo cada vez más sofisticado, en el que el suelo alcanza unos precios casi prohibitivos y los recursos son cada vez más limitados, creemos que las estructuras efímeras y reutilizables se plantean como una alternativa sólida e inteligente a la cultura del despilfarro”, explican estos arquitectos. Además de usarse para ocio también puede tener utilidad como refugio para situaciones de emergencia, publicidad, festivales... Un sinfín de usos que proporciona la arquitectura neumática.