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EEUU ha sido el principal impulsor de la globalización y del libre comercio desde la Segunda Guerra Mundial y ha sido además el país más beneficiado. El nuevo presidente ha roto con esa política y defiende un sistema proteccionista en lo económico y nacionalista en lo político. Este repliegue americano de los acuerdos comerciales del Pacífico y del Atlántico y su planteamiento de una guerra comercial a los productos chinos y en contra de la deslocalización de empresas americanas en Asia y México, además del cierre de fronteras con la inmigración latina, crea una fractura en las relaciones internacionales. El mundo, al revés. EEUU se ha vuelto proteccionista y la China comunista, librecambista.

¿Por qué la globalización y el libre comercio que mejora la vida de cientos de millones de personas, que ha dado acceso al conocimiento a todos los países, que ha fomentado la introducción de nuevas tecnologías, el acceso a nuevos mercados y la creación de nuevas industrias, son tan controvertidos incluso en los países más beneficiados? Los perdedores de la globalización y el cambio tecnológico han encontrado al líder populista que necesitaban: Donald Trump. Quieren volver al siglo XX donde los blancos de EEUU y Europa tenían un trabajo bien pagado de por vida en sectores que eran industrias punta en su momento y que ahora son maduras.

Esos sectores han sido sustituidos por un conjunto de industrias nuevas que nacen a impulsos de la revolución digital, pero que requieren un proceso de adaptación difícil para los antiguos empleados.

Estos cambios son muy perjudiciales para grupos de trabajadores que ven cómo los sectores productivos en los que han trabajado toda la vida se estancan o desaparecen. Estos cambios no son fáciles de aceptar ni de asimilar porque requieren cambios en la especialización profesional y en el estatus social, una mayor movilidad geográfica, pérdida de empleos en sectores anteriormente prestigiosos, reducciones salariales y la necesidad de reciclarse, que generan una gran inseguridad y que dejan a mucha gente en el camino. Además la deslocalización de empresas y la externalización de tareas suponen una pérdida inmediata de empleo para Estados Unidos y todos los países con salarios altos. Las empresas, o externalizan o robotizan para poder competir.

EEUU está siempre al borde de la siguiente ola de innovación creadora. El crecimiento económico a largo plazo es un proceso de destrucción creadora y aquellos a los que la destrucción afecta negativamente tienden a impedirlo. Son muchos más los beneficiados que los perjudicados, pero los perjudicados son muy conscientes de lo que han perdido y tienen poderosos incentivos para organizarse en contra, mientras que los beneficiados, los consumidores y los que trabajan en nuevas industrias, no se dan cuenta en general de lo que han ganado.
¿Ha ido demasiado lejos y demasiado rápida la globalización? Muchos, en la derecha y en la izquierda política, creen que sí. Han puesto de acuerdo a Donald Trump y a Evo Morales. Pero si quieren solucionar los problemas con el proteccionismo entonces si perjudicas al vecino este hará lo mismo y se generará una espiral muy negativa que afectará al comercio y al bienestar mundial. Las represalias de los otros países probablemente destruirían más empleo de los que tratan de ganar con la intervención y los aranceles.

Además en el caso de EEUU es un ataque a las multinacionales norteamericanas, que basan sus beneficios en los bajos costes de los componentes fabricados en China y otros países. Si les impiden deslocalizar, robotizarán más rápidamente sus empresas. Crear empleo a costa del empleo de otros países nunca ha dado resultado y ha generado enfrentamientos y guerras como el siglo pasado. Ese no es el camino.