Snapchat, desarrollada por Evan Spiegel, Bobby Murphy y Reggie Brown, estudiantes de la Universidad de Stanford, en 2010, fue la primera aplicación que llevó a cabo este formato. Recuerdo perfectamente el primer momento de descargarla y usarla; era “raro”. Se trata de imágenes y vídeos de una duración máxima de 10 segundos, y a los cuales puedes añadir, emojis, bitmojis, texto, dibujos, etc. o selfies con lenses que te disfrazan mediante el reconocimiento facial. Los primeros en entender el mecanismo de esta singular aplicación fueron los adolescentes.
Snapchat, ahora Snap, se abrió paso en un mundo ya maduro , el del social media, en el que cuando llegabas a Silicon Valley y decías que tenías “la nueva red social” quitaban toda la atención de tu idea (mucha gente cree llegar allí con el nuevo Facebook).
Dos años después de su lanzamiento, Mark Zuckerberg le hizo una oferta a Spiegel de 3.000 millones de dólares por Snap y Evan la rechazó. Esta podría ser la clave de lo que está sucediendo hoy. Facebook, molesto tras varios intentos de compra y viendo que Snap sale a bolsa, ha decidido copiar a Snapchat y lanzar el mismo formato. Y lo ha hecho a lo grande... primero en Instagram, luego en Facebook y esta semana en Whatsapp.
Lo curioso es que como las empresas de Zuckerberg (Facebook, Instagram y Whatsapp) cuentan con una comunidad mucho más amplia, ha conseguido hacer sombra a la red del fantasma en apenas unas semanas. Y si somos realistas, para muchas personas este contenido efímero les parece algo que lanza por primera vez Facebook ya que nunca han utilizado Snapchat.
La historia de la comunicación está viva, y tiene el foco en Silicon Valley. Tendremos que seguir atentos los movimientos de estas grandes empresas.
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