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En esta sociedad de cambio acelerado es imposible encontrar estabilidad sin adaptación. Hay muchas empresas que mueren antes de empezar a vivir. Aquellas que han conseguido ser exitosas a lo largo de los años son las que han mantenido una actitud proactiva y flexible ante los cambios; tienen una visión del negocio a largo plazo. Esta prosperidad continuada exige innovar permanentemente y apostar por la calidad.

Dicha prosperidad se refleja en un informe elaborado por CEPES y que presenta información detallada de las más de 43.000 empresas de economía social representadas por esta organización. Este sector mantuvo durante 2015 y 2016 su incremento en el crecimiento y generación de empleo, con empresas de todos los tamaños y que actúan en todos los sectores de actividad, según se desprende del informe “Empresas relevantes de la Economía Social”.
La fortaleza actual y el gran futuro que presentan estas empresas implica que este modelo económico debe convertirse en un elemento estructural de las políticas de reactivación. Prueba de ello, el pleno del Senado aprobó, el pasado noviembre, una moción del Grupo Parlamentario Popular, secundada por todos los grupos políticos, que contiene nueve propuestas, entre las que destacan: adoptar medidas que permitan impulsar la economía social; insistir ante las instituciones europeas para que se inicie el Plan de Acción Europeo sobre Economía Social o transponer la Directiva 2014/24/UE del Parlamento Europeo y del Consejo del 26 de febrero de 2014 sobre contratación pública, por la que se deroga la Directiva 2014/18/CE que permite la reserva de contratos públicos a empresas sociales y de propiedad de trabajadores, cuyo objetivo principal sea la integración social y profesional de personas discapacitadas o desfavorecidas, desarrollando cláusulas sociales en la contratación que permitan que el valor diferencial de la economía social sea tenido en cuenta en los procesos de contratación pública.

En la misma medida destaca la celebración, a principios de diciembre, de la Conferencia Europea de Economía Social de Bratislava en la que España tuvo un papel protagonista gracias, especialmente, a la participación de la ministra Báñez que manifestó, ante los representantes gubernamentales de las instituciones Europeas y las delegaciones de todos los Estados miembro, la contribución de nuestro sector al desarrollo socioeconómico de España, aportando datos sobre creación de empleo, la calidad de los puestos de trabajo en la economía social y su impacto positivo en la cohesión social.

La economía social se reafirma, así, como el modelo empresarial del futuro. Un fenómeno emergente que en nuestro país supone el 10 por ciento del PIB y sobre el 12,5 por cien del empleo directo e indirecto en nuestro país.