Reunión de trabajo en las nuevas oficinas de Son Castelló. | Aina Ginard

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La constructora Blanc i Blanc ha conseguido hacerse un hueco en el complicado mundo de las reformas hoteleras. Sus avales son el trabajo bien hecho y, por encima de todo, el estricto cumplimiento de los plazos fijados.

La empresa se fundó en el 2003 como una promotora inmobiliaria. Pere Cerdà, gerente y propietario, recuerda cómo la crisis lo cambió todo. Y en su caso no fue para mal. “Llegó la crisis y como la empresa tenía liquidez decidimos apostar por la construcción. Y la verdad es que estamos muy satisfechos. Bajamos los márgenes comerciales, pero nunca nos ha faltado el trabajo”, explica Cerdà, que durante los años más duros multiplicó esfuerzos para conseguir encargos de chalets, pequeñas reformas... La obra pública, de momento, no ha sido plato goloso para la empresa, aunque no renuncia a nada y, de hecho, ha realizado algunas pequeñas obras para el IBISEC.

Hoy, Blanc i Blanc está especializada en reformas hoteleras, aunque la decisión no ha sido premeditada sino fruto de la evolución. Había un nicho de mercado y la empresa tuvo la habilidad de saber aprovecharlo. “Habíamos hecho alguna reforma hotelera hace seis o siete años, pero en 2013 dimos un paso adelante. Fue cuando desapareció la empresa con la que habitualmente trabajaba Riu Hotels & Resorts. El aparejador Andreu Pascual hizo posible que la multinacional hotelera nos encargara un primer trabajo”, recuerda Cerdà, que no duda en catalogar a Pascual como “fundamental” para que Blanc i Blanc haya crecido de forma exponencial en los últimos años.

La reforma del Riu San Francisco fue, sin duda, un trabajo muy especial para Blanc i Blanc. “Era el primer año en el que los hoteles de la Platja de Palma podían aumentar el número de plantas. Solo lo hizo el Riu San Francisco y lo conseguimos en cuatro meses y medio. Eran muchos los hoteleros que estaban pendientes de cómo evolucionaba la obra y de si éramos capaces de cumplir con los plazos pactados. Gracias a esta obra empezamos a coger fama de cumplidores, que lo somos”, asegura Cerdà.

Y es que cumplir con los plazos pactados es de capital importancia, puesto que un pequeño retraso puede suponer cuantiosas pérdidas económicas para la empresa hotelera. De hecho, en algunas oportunidades, los hoteleros exigen también penalizaciones a la constructora si no cumple con los plazos fijados. “Lo hacemos lo mejor que podemos, pero cumpliendo con los plazos fijados. Es evidente que no puedes mimar las obras tanto como si fuera un chalet o un bloque de viviendas”, afirma Cerdà.

Blanc i Blanc cuenta con una plantilla fija de unos 45 trabajadores, pero, evidentemente, también subcontrata. “Nosotros también somos los responsables del trabajo que subcontratamos. En todo caso, disponer de personal propio siempre supone disponer de un as en la manga. Son el alma de nuestra empresa”, asegura, al tiempo que recuerda que el control de calidad siempre lo realiza Blanc i Blanc.

Los hoteleros tienen cierta fama de tacaños. Cerdà, diplomático, se limita a afirmar que “todo el mundo defiende su negocio” y que “son buenos empresarios”, aunque reconoce que los márgenes son muy pequeños en las reformas hoteleras.

La seguridad es un elemento fundamental para la constructora, que cuenta con una empresa externa especializada en seguridad y salud para que vigile que todos los procedimientos se realicen de la mejor forma. Además, los informes se entregan directamente a Pere Cerdà, que habla directamente con los encargados de obra para subsanar de forma inmediata cualquier deficiencia que se haya podido detectar.

EL FUTURO. Las facilidades legales para que los hoteleros reformen y modernicen sus establecimientos se agotan, pero Cerdà no está especialmente preocupado. “Nunca nos ha faltado trabajo. Si conseguimos superar la crisis...”, asegura. Expandirse fuera de Mallorca no es un objetivo fijado, aunque Blanc i Blanc no renuncia a nada. De hecho, en alguna oportunidad ya han realizado trabajos fuera de la isla. Además, en las últimas semana ha presupuestado diferentes reformas hoteleras en la Península.

Blanc i Blanc, que el pasado año realizó hasta seis reformas hoteleras, no tiene aún ninguna firmada para el próximo invierno, aunque ya ha mantenido contacto con diversos hoteleros. El pasado año formaron por vez primera una Unión Temporal de Empresas (UTE) con Tocosa y la experiencia fue muy satisfactoria. Reformaron por completo el Roc Leo y Cerdá no descarta prolongar la experiencia. “Fue muy enriquecedor”, afirma.

Uno de los principales problemas de las constructoras de Balears es la presencia de empresas de fuera de las Islas que aplican convenios inferiores al de Balears. “Estamos en inferioridad de condiciones. Hacen unos precios que no podemos igualar, aunque es cierto que lo barato sale caro en muchas oportunidades. De hecho, el pasado año, una empresa de Canarias hacía parte de una reforma en la que también estábamos trabajando nosotros. Han dejado mucho dinero a deber a diferentes proveedores. Los perjudicados somos todos”, relata Cerdà, que está convencido de que gran parte del patrimonio de Blanc i Blanc es su solvencia y seriedad.

La construcción de viviendas es una de las opciones de futuro que se vislumbran en el mercado. Blanc i Blanc está construyendo ahora diez pisos en Cala Major, ocho en la calle Pasqual Ribot de Palma y ya tiene el encargo de realizar seis viviendas más, también en Cala Major, que está previsto que se inicien en 2018.