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Cuando el Nobel Sheldon Glashow impartía matemáticas a sus jóvenes alumnos, les explicaba cómo los sumerios, hace 18 siglos, establecieron los siete días de la semana o los 365 días del año, y cómo dividieron una hora en 60 minutos, y cómo, subdividiendo a estos en otras sesenta porciones, establecían las pars minuta secunda…
Al hilo de estos razonamientos, en mi último artículo, ya les anuncié la continuidad, la pars minuta secunda, del nuevo Régimen Especial de las Islas Baleares, el REIB. Entonces, les describía cómo la condición de insularidad define el dinamismo económico del archipiélago, pero también cómo se convierte en la causa de sus desequilibrios y de su fragilidad. Cómo el hecho insular carga unos mayores costes de producción y de inversión a las empresas y presenta un preocupante déficit en la provisión de bienes públicos: educación, sanidad, servicios sociales, transportes...

En síntesis, el coste de la vida que asumen los ciudadanos de Baleares es mayor que en el resto de comunidades. De ahí que su objetivo no sea compensar sino equilibrar equitativamente estos peajes insulares. El REIB debe ser una oportunidad para corregir los aspectos estructurales y operativos que comprometen la competitividad de Balears.

La propuesta del REIB debe contar con el mayor y más amplio apoyo político y ciudadano. Aquí coincido con las opiniones de la mayoría de analistas que concluyen que “Balears se encuentran en un momento crucial para fortalecer su competitividad global. Se debe cooperar para competir. El carácter estratégico, que reúne la mejora de la productividad actual, permitiría la recuperación del liderazgo en rentas y la preservación del nivel de bienestar alcanzado”.

Al hilo de estos comentarios creo importante defender que la ciencia económica nos aproxima al fenómeno de la prosperidad de las sociedades; porque el individuo necesita un margen para actuar, para imaginar y crear, para intentar cosas, equivocarse, arriesgar, innovar y producir algo distinto.

Cuando decimos que el momento es crucial y estratégico para corregir esa deriva que aleja a Balears de la prosperidad, no podemos soslayar que debemos preservar el bienestar material combinado con el inmaterial. Juntos, los agentes regionales, debemos explorar nuevos horizontes sociales y económicos, culturales y ecológicos.

En nuestro caso, hemos dado un paso para reforzar el compromiso territorial con las familias, particulares, empresas, entidades privadas e instituciones públicas de Balears. La integración de BMN-Sa Nostra en la nueva Bankia nos permitirá reforzar la confianza con todos los agentes sociales y económicos que forman el tejido productivo. Todo lo que sabemos, todas nuestras capacidades y potencialidades, todo lo que podemos aportar trabajando para la construcción y el fortalecimiento de nuestra comunidad, define nuestro principal objetivo.

Nuestro equipo profesional solo tiene una aspiración: cooperar en el empuje de la sociedad de Balears y compartir su pasión general por descubrir, por innovar, por explorar, por crear e inventar. Y la mejor manera para cooperar y hacer realidad esa aspiración es que los clientes vean, conozcan y participen realmente de las ventajas de la integración.

Hoy BMN aporta a Bankia más de 38.000 millones de euros en activos y una franquicia líder en Balears. La nueva Bankia contará con una cuota de mercado del 25% en las Islas, dando lugar a la cuarta entidad financiera española con unos activos totales que superan los 223.000 millones de euros, las 2.515 oficinas y los 8,2 millones de clientes. Estas son las credenciales, los compromisos, las aspiraciones y los objetivos que queremos compartir y poner a disposición de Balears y su ciudadanía.