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Tras las subidas de las bolsas en el mes de enero, el índice de referencia español, el IBEX 35, no ha sido una excepción a las bajadas generalizadas en la mayoría de bolsas. Dicha caída la ha llevado hasta el rango de 9.600-9.800 puntos.

Precisamente los 9.800 son un nivel muy importante para calibrar la salud del selectivo y es el que está intentando consolidar.

De hacerlo, y con permiso de los psicológicos y mediáticos 10.000 puntos, tendría camino por delante para dar rentabilidad: en primer lugar los anteriores máximos anuales, los 10.600 (también fueron los máximos del segundo semestre del año pasado) que darían un 8% de beneficios, y en segundo los 11.000-11.200 con lo que se obtendría entre un 12 y un 14%.

Si (a pesar de los soportes, los resultados empresariales, la enorme liquidez y el repunte de volatilidad) la debilidad continuara, no debería ser muy duradera, pero sí podría provocar algunas pérdidas adicionales. Precisamente el mínimo de 9.600 ampliándolo a 9.500 podría servir de primer stop (supone un 3-4% de pérdidas), sin descartar que vuelva al 9.200 que sí sería un soporte muy relevante y muy peligroso en caso de perderse.

La situación de las acciones con más peso en el índice es similar. Telefónica ha aguantado el soporte de 7,35; como ni siquiera lo ha tocado sigue sirviendo para un nivel de salida minimizando pérdidas, por el contrario el objetivo de 8,40 es realista.

El BBVA también presenta atractivo al haber frenado el descenso en soportes técnicos relevantes: si consiguiera respetar los 7 euros (los ha perdido puntualmente), el objetivo estaría entorno a los 7,70-7,80 y el límite de pérdidas sobre los 6,85-6,80.

Sin ser un entorno negativo, el Santander presenta algunas diferencias: siendo cierto que el rebote lo ha hecho correctamente, el siguiente soporte está algo alejado (5,15) y el objetivo demasiado cercano (6-6,10), con lo que habría que ser más cuidadosos.