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Cuando ya se van conociendo los indicadores macroeconómicos del pasado año 2017 es el momento de tomar el pulso y emitir nuestro diagnóstico clínico sobre la economía española y la eficacia y evolución de los tratamientos de austeridad que se vienen aplicando una década –la década perdida (The Lost Decade es un término utilizado para designar un período de estancamiento de la economía. Se utilizó por primera vez en Gran Bretaña para designar el período de la postguerra 1945-1955)– y también después de la gran crisis económica y financiera global de 2007 en la que la eurozona fue la más dañada y que afectó de manera particular a España.

Los indicadores básicos cuya evolución admiten pocas interpretaciones señalan que en 2017 hemos roto el círculo perverso que ha atenazado la economía española estos últimos años con un claro reconocimiento de las agencias de calificación como Fitch que nos sitúan ya en el grupo de países con nota A y que posiblemente tendríamos ya la perspectiva positiva, si no fuese por la incertidumbre sociopolítica de Catalunya que ahuyenta a mercados financieros internacionales y desestabiliza la economía doméstica.

Pero, como todos los años, hemos recreado una vez más el rating miseria, de Arthur Okun (que fue asesor de los presidentes Kennedy y Johnson), y cuya base de datos que se ha utilizado es la suma del déficit fiscal y la tasa de desempleo, dos indicadores que dan una visión de la salud de los países, ratio en el que España se mantienen en los lugares de podio, aunque con calificaciones notoriamente positivas respecto a los años precedentes.

El rating miseria ha sido elaborado con la información de los más prestigiosos indicadores macroeconómicos como Bloombery, Eurostat, OCDE, FMI, OIT, INE, etc. y estos marcadores nos indican que los datos extremadamente preocupantes para las economías de la UE pierden fuelle gracias a los vientos de cola y con un camino despejado a corto y medio plazo.

La foto finish del rating miseria para 2017 nos da los siguientes resultados: Grecia 21,30% (20,05% paro y 0,80% de déficit fiscal): España 19,55% (16,55+3,00) y en tercer lugar Portugal 10,05% (8,90%+1,60%). El objetivo del déficit marcado por Bruselas se alcanzará en 2018 por debajo ya del “procedimiento de déficit excesivo” y por ello ahora tenemos que focalizar, una vez más, para resolver el gran problema socioeconómico que padece España y que es el paro.

A 31 de diciembre de 2017 había en España según la EPA 3.766.700 desempleados, de los que 891.000 (el 23,6%) son estructurales o de larga duración, muy difíciles de reducir debido al bajo nivel formativo y a la barrera que supone la edad para la reincorporación al mercado laboral. El otro foco de desempleo está en el paro juvenil (38,6% en España, frente al 11,9% de media en la OCDE), en edades comprendidas entre los 15 y 24 años y muy especialmente en los ninis, un problema que hay que combatir reduciendo la tasa de abandono escolar y potenciar la FP dual, como apuesta estratégica para mejorar la competitividad y crear empleo de calidad como la que propone el informe Sociedad Digital en España 2017: “En nuestro país harán falta en dos años 2,5 millones de jóvenes digitales (...). Urge cambiar el modelo educativo porque está caduco”.

Querido lector, quedamos emplazados para el próximo año y esperemos que se cumplan las previsiones de crecimiento económico y la tasa de desempleo que prevé el Ejecutivo baje hasta el 15,4% en 2018 y 12,8% en 2019, y así podernos olvidar del rating miseria.