Sin embargo, a poco que se analicen las principales doctrinas económicas, se podría concluir que se trata de un falso mito. Pues todos los procesos de integración en conciertos económicos internacionales conllevan la especialización del país o de las regiones, al permitir un mejor aprovechamiento de las enormes ventajas de la división del trabajo. Efectivamente, a medida que el comercio es capaz de superar distancias y fronteras, es lógico que los aparatos productivos se especialicen en aquello en que tienen algún tipo de ventaja absoluta o incluso relativa. El razonamiento fue expuesto, de forma sencilla, hace cerca de 250 años al considerar que era mejor comprar fuera lo que resultaba más caro y costoso producir dentro.
Se demostró, incluso, que aquellos países que no gozan de una ventaja en la producción de bienes y servicios se enriquecen con el comercio; por el simple hecho de permitir la especialización. De esta manera, nadie pierde, todos ganan.
Es por eso que muchos de nuestros mayores todavía guardan recuerdo de las grandes penurias que se vivieron durante la etapa autárquica de posguerra, cuando en Balears existía diversificación productiva, manteniendo un nivel de vida tercermundista. También recuerdan cómo el panorama cambió de forma radical con el Plan de Estabilización de 1959, que permitió apertura económica y, por ende, la especialización.
Con la integración europea volvieron los temores sectoriales nacionales y regionales a la competencia desarrollada desde otros países. A pesar de que la apertura supuso más especialización y, por tanto, mayores tasas de crecimiento.
Recientemente para superar la Gran Recesión se modificaron leyes para permitir una renovada apuesta por el turismo, una nueva vuelta de tuerca en la especialización, que constituyó la base de la actual fase expansiva.
De igual manera, cuanto más especializados estemos más podremos alegrarnos de los éxitos de todos nuestros vecinos del norte de África. Pues es la especialización la clave que permite diferenciar el producto, zafándose de los bajos precios de otros destinos.
En definitiva, los mitos existen porque son explicaciones sencillas que tranquilizan el intelecto a la vez que tienen beneficiarios. Pero en cualquier caso, el alto nivel de vida de Balears está íntimamente ligado a la apuesta por el proceso de especialización, a diferencia de otros lugares que se resistieron más a abandonar sus ocupaciones tradicionales de bajo valor.