La bolsa japonesa no es de las más seguidas por el pequeño inversor y las décadas de caídas (desde 1990 a 2009 cayó un 82%) no ayudan, aunque invertir “desde el retrovisor” puede ser un error. De hecho, la pérdida desde máximos hasta ahora se sitúa “solo” en el entorno del 40% tras una recuperación fuerte, especialmente desde finales de 2012.
Sin entrar a valorar los cambios macroeconómicos acaecidos en Japón tras el desastre de la central de Fukushima, no hay que olvidar que en la bolsa nipona cotizan títulos de gran capacidad exportadora y marcas tan prestigiosas y reconocidas como Canon, Mitsubishi, Mazda o Toyota. Si a esto le unimos el potencial de sus empresas domésticas debido a la recuperación económica hace que su bolsa genere bastante atractivo y sea considerada útil para diversificar y reducir el riesgo de la inversión.
Como siempre, buscar soportes ante eventuales caídas permite una estrategia que optimice más (además de la propia diversificación) el binomio rentabilidad-riesgo ya que da la opción de, si no adelantarse a un cambio de tendencia, sí limitar mucho la pérdida, incluso en operaciones a largo plazo.
Tomando como referencia el Nikkei 225 se pueden encontrar niveles de suelo para todos los perfiles: (i) hay cercano, para los más incrédulos o para los más cortoplacistas, como los 22.680 (máximo desde 2006); (ii) intermedio como los 20.890, que además es muy fiable y solo representa algo más de un 8% desde los precios actuales, y (iii) los 19.400 que ya supone casi un 16% de caída.
Otro factor importante es el riesgo divisa: al ser uno de los más difíciles de predecir la cobertura es una opción siempre válida, y más con la tendencia tan desfavorable. Los más arriesgados pueden aventurarse, pero siempre buscando protección en los 132 -136 yenes.
Al ser un mercado complicado, por cultura, lejanía e incluso por horario, utilizar buenos fondos de inversión que lo hagan mejor que el Nikkei optimiza la inversión, con la posibilidad también de utilizar fondos que ya incorporen la protección de divisa.