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Se va a cumplir medio año bursátil y los ruidos no dan respiro, ejerciendo una gran fuerza sobre las bolsas que no permiten que despeguen. Ahora vuelve a ser Donald Trump el que, con su idea proteccionista, está alertando al mercado acerca de una guerra comercial. Los países afectados responden haciendo lo mismo, imponiendo aranceles a productos norteamericanos.

El impacto real y a largo plazo en las bolsas no debería ser importante, aunque empresas concretas que exporten mucho a Estados Unidos verán afectadas sus cuentas de resultados, pero a nivel global hay factores para ser optimistas:

El primero es que las cantidades de las que se hablan no son muy elevadas para lo que mueve la economía americana; incluso en algún caso podría quedar compensado con la revalorización del euro. Al ser aranceles recíprocos a las empresas se les abren nuevos mercados donde vender productos y servicios. No solo el interno, también el exterior. Por ejemplo, si China no compra a empresas americanas, las europeas podrán vender en el gigante asiático más fácilmente, con lo que su mercado se amplía mucho. Realmente esta situación no puede durar mucho: económicamente es malo para EEUU, a pesar de lo que diga su presidente.

Probablemente venderá más internamente (o no, ya que puede haber empresas que sigan el camino de Harley Davidson y se vayan a producir fuera), pero seguro que lo hará menos en el exterior. A eso hay que sumarle las tensiones geopolíticas que puede suscitar. Por ejemplo, no hay que olvidar la gran cantidad de deuda pública norteamericana (y por tanto de divisa) que tiene en su poder China.

Como siempre ocurre en estos casos, el inversor, que no puede adivinar lo que le pase por la cabeza a Trump (las casas de análisis ya hablan de “Twittdetrump” como un factor a tener en cuenta), debe protegerse buscando soportes claves que iremos analizando estas semanas.