Pero aquí tenemos asuntos que sí podemos solucionar. Mencionaré tres que hemos destacado en Fitur.
En primer lugar, Balears debería suprimir el impuesto turístico, ese monumento a la turismofobia. Por muchas razones que hemos escrito muchas veces, el impuesto debe ser suprimido por injusto. Pero además, y ahora ya es urgente, hay que lanzar a nuestros visitantes un mensaje de bienvenida y ganar competitividad en el mercado turístico. Consideramos inaplazable esta decisión, para animar las reservas a nuestros destinos.
En segundo lugar, se debe poner en marcha un plan de trabajo coordinado entre las distintas administraciones para, al menos, invisibilizar la oferta ilegal. Eliminarla este año va a ser muy difícil, pero redoblar los esfuerzos para que no asome por el mercado online es otra medida necesaria. En los cuatro años de legislatura se ha conseguido muy poco desde el punto de vista práctico, y es hora de hacer ya las cosas bien. La ley se ha cambiado para permitir la actividad de las plataformas globales en nuestras islas, permitiendo un negocio que entre otras cosas nos ha traído la masificación. Esto debe volverse atrás, debemos volver a la prohibición legal previa, y hacerla cumplir.
Finalmente, hemos de volver a la versión anterior de la Ley General Turística, que facilitaba y propiciaba la inversión en la mejora de la planta de alojamiento. La nueva redacción es cicatera y desincentivadora de la inversión en la mejora de nuestra planta, como ya se empieza a notar en un menor dinamismo en las reformas de los establecimientos.
Todas son cuestiones en la mano de nuestros dirigentes, que pueden actuar sobre ellas y tomar las decisiones adecuadas. En sus manos está parte importante de nuestras posibilidades.
