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El clamor de la comunidad científica mundial contra la edición genética de embriones humanos realizada por el equipo del investigador chino Jiankui He ha puesto sobre el tapete de la actualidad sorprendentes cuestiones como ¿cumpliremos algún día el sueño de la inmortalidad ? ¿Se transformará la conciencia en una serie de datos? ¿Será capaz la inteligencia artificial de emocionarse?

Y así un largo etcétera de preguntas que fascinan y asustan y para las que la ciencia se afana en dar respuesta y que afectan también al mundo empresarial inmerso en una economía basada en la complejidad y el conocimiento.

El transhumanismo para el profesor Gil es una de las derivaciones del progreso de la ciencia que ha propiciado la revolución cibernética en la que el cambio es trepidante. Lo que antes era ciencia ficción ahora es ciencia real. En los próximos veinte años evolucionaremos tanto como en los últimos trescientos.

El proceso no nos produce extrañeza cuando hablamos de la inteligencia articificial, que está abriendo puertas a una realidad pseudohumana, con el alto riesgo de que el poder mundial pase a una elite de seres mejorados y los humanos reducidos y transformados en cuerpos biomecánicos preparados para el implante de algoritmos y convertidos en los llamados por el profesor Yuval Harari ciborgs (organismos cibernéticos) promovidos por una selección de diseño inteligente.

Con la digitalización de nuestra existencia, de la que ya no es posible la vuelta atrás, las redes de información que cubren nuestro universo con un inmenso caudal de datos que puede adoptar la forma de un potente y peligroso ordenador central y promover una ruptura en el devenir del humanismo en la sociedad de la información y el conocimiento.

En esta etapa de transición del humanismo al transhumanismo y en un futuro no lejano al llamado posthumanismo, el conocimiento puede y debe ser gestionado a través de una serie de procesos coordinados de creación, difusión, integración y aplicación.

Estos cuatro procesos se apoyan y complementan unos a otros permitiendo a la empresa crear y aprovechar sinergias de conocimiento entre unidades de la organización, así como renovarlas a medida que se deprecian y llegan a ser obsoletas.

El conjunto de habilidades que permiten a una organización gestionar sus recursos de conocimiento con eficacia a través de tales constituyen lo que se denomina capacidad de gestión del conocimiento.

Operando en entorno extremadamente dinámicos, las empresas deben reconfigurar también dinámicamente su cartera de recursos de conocimiento, para impulsar la capacidad de gestión de los mismos, al objeto de conseguir un mayor rendimiento de la innovación.

La capacidad de gestión del conocimiento debe proporcionar a las empresas flexibilidad organizacional, así como agilidad y capacidad para responder rápidamente a las demandas de los entornos turbulentos y de los mercados dinámicos e hipercompetitivos mediante productos y servicios innovadores.

Coincidiremos finalmente con el profesor C. Marshall en que la gestión transhumanista del conocimiento, en entornos turbulentos y de incertidumbre, es “en un sentido material, la gestión de riesgos” a la que las empresas más punteras deben prepararse para este choque inevitable entre el hombre y la máquina.