Realmente no es nuevo: los primeros casos de MERS, SARS, la expansión del ébola, la Gripe A e incluso la crisis de las 'vacas locas' hicieron lo propio: a corto plazo rompieron soportes para después recuperarse.
Es cierto que a las bolsas les afectan estas noticias. No en vano, las compras y ventas que provocan estas subidas y bajadas las generan humanos que padecen de pánico o euforia o, peor, a los que se les puede contagiar ambas.
Las últimas semanas en esta sección se analizaba la situación del IBEX 35: había consolidado por encima de los 10.000 puntos, ¿se anula todo lo comentado en estos dos últimos artículos? Ni mucho menos; los análisis siguen siendo perfectamente válidos. Las empresas no cambian y los soportes y resistencias siguen teniendo vigencia. Así, el cortoplacista habrá vendido algunos activos y tendrá liquidez para comprarlos más baratos; mientras que el inversor largoplacista seguirá invertido. Y si no lo estaba (pensando que el mercado estaba caro), ahora habrá entrado o lo estará valorando para aprovechar el descuento del momento actual.
Para triunfar a largo plazo, objetivo que debe perseguir cualquier inversor en bolsa, hay que analizar de forma objetiva; en este caso cómo afecta a las empresas esta epidemia.
Por supuesto es clave saber distinguir estos ruidos que teóricamente son momentáneos de cambios estructurales. Por ejemplo, la crisis financiera no fue aleatoria: las bolsas habían empezado a caer mucho antes a la quiebra de Lehman Brothers. Y años más tarde, el Banco Popular ya había sido castigado duramente por el mercado antes de su liquidación.
Un buen análisis es la diferencia entre convertir ruido en oportunidad y protegerse de crisis a perder en bolsa por vender cuando se debe comprar y viceversa.
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