Como cada año, la Navidad se acerca y, afortunadamente, hay cosas que no cambiarán.

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No hay duda de que vivimos un año especial. Hemos cambiado nuestras rutinas, nuestro modo de relacionarnos y hasta de salir a la calle. Pero como cada año, la Navidad se acerca y, afortunadamente, hay cosas que no cambiarán. Una de ellas es la cesta de Navidad, una de las tradiciones navideñas más arraigadas en España.

Aunque podemos encontrar antecedentes en época romana (la llamada sportula que entregaba el patrón en la fiesta Saturnalia), el regalo de una cesta con dulces, embutidos o bebidas es una tradición que en España se remonta a mediados del siglo XX, cuando algunas empresas privadas empezaron a obsequiar de este modo a sus trabajadores, imitando así la gratificación que desde el siglo XIX venían recibiendo algunos empleados públicos. Junto con el aguinaldo, la cesta era una gratificación que venía a demostrar el agradecimiento por los servicios prestados durante todo el año. Y también, una forma de reforzar el vínculo entre la empresa y sus empleados.

Poco a poco, este sistema se fue extendiendo de modo que algunas empresas también empezaron a regalar una cesta de navidad a sus clientes más distinguidos. De nuevo, una forma de consolidar la marca y reforzar la vinculación entre la empresa y, en este caso, sus clientes. Sus precios son muy variables, y las empresas pueden encontrar cestas de Navidad baratas que no suponen un dispendio excesivo. Las hay desde siete euros hasta lo que la empresa quiera gastarse. Al final, no se trata tanto del contenido sino de que el cliente o el empleado compruebe que la empresa se ha acordado de ellos en una fecha tan especial.

Un gasto deducible en el Impuesto de Sociedades

Si bien es cierto que durante los años de la crisis se redujo la entrega de cestas de Navidad, en los últimos tiempos ha repuntado con fuerza. Hasta tal punto han vuelto con fuerza, que desde 2016 el Tribunal Supremo ha ido dictando varias sentencias que confirman que las cestas de Navidad son incluso un derecho adquirido por los trabajadores, y que ese derecho no se puede suprimir así como así. Si la empresa venía entregándola con regularidad y como gratificación, no cabe eliminarla sin más. Hay que tener en cuenta que las empresas se pueden deducir este gasto en el Impuesto de Sociedades, no en el IVA.

El caso es que este año volveremos a ver muchas cestas de Navidad. Las hay para todos los gustos: desde las que incluyen todo el surtido completo con productos de categoría premium a otras más modestas, de las que se suelen dejar fuera productos más caros como los embutidos ibéricos, las conservas o las bebidas alcohólicas.

En los últimos tiempos también es habitual incluir en la cesta otro elemento indisociable de la Navidad en España: décimos o participaciones de la lotería de Navidad, que se celebra todos los años el 22 de diciembre. Con una participación por valor de un euro, el empleado o cliente al que regales la cesta de Navidad puede ganar hasta 10.000 euros si toca el Gordo. ¿Cabe mejor regalo?