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Cuando un abogado en ejercicio presta un asesoramiento deficiente a su cliente, el abogado debe responder. Lo mismo pasa si un médico yerra en su diagnóstico y de esa equivocación su paciente sufre unos daños que hubieran podido evitarse.

Pero ¿qué ocurre cuando la Administración falla en sus previsiones, diagnósticos o cálculos? ¿En qué responsabilidad incurre cuando las decisiones que adopta o las órdenes que da partiendo de esos errores derivan en daños a particulares y empresas? Y ya centrando el tiro: ¿puede exigírsele a la Administración alguna responsabilidad por los daños producidos a las empresas y autónomos por las decisiones adoptadas durante la pandemia? Para algunos, entre los que me encuentro, la responsabilidad patrimonial es exigible.
¿Actuar contra la Administración? ¿Estamos seguros? Pero… ¿y qué ocurrirá luego? Ojo que no hay luego alguna consecuencia negativa... Miles de dudas surgen al estudiar la materia y, sobre todo, a la hora de decidir si pulsar o no ese botón.

El tema, por su complejidad, excede con mucho la extensión de esta modesta columna y, aunque sea difícil o casi imposible, debe desligarse de cualquier tinte político, pues reclamar la reparación de un daño que por derecho consideras te corresponde, no es más que ejercitar un derecho constitucional y legalmente previsto. Así, por ejemplo, lo recoge, entre otras, la Ley Orgánica 4/1981 que regula el estado de alarma: “Quienes como consecuencia de la aplicación de los actos y disposiciones adoptadas durante la vigencia de estos estados [alarma, excepción y sitio] sufran, de forma directa, o en su persona, derechos o bienes, daños o perjuicios por actos que no les sean imputables, tendrán derecho a ser indemnizados de acuerdo con lo dispuesto en las leyes”.

Creo que todos estaremos de acuerdo en que autónomos y empresas han sufrido durante este último año serias privaciones en el desarrollo normal de su actividad.

Los cierres, limitaciones de actividad, restricciones de diverso orden y condición, asumiendo cada empresario la práctica totalidad de los costes que su negocio lleva aparejado, han producido una lesión patrimonial, una enorme herida en todo nuestro tejido productivo.

¡Pero, hombre! ¿Cómo se te ocurre? Pero si la pandemia era imprevisible, nadie podría haber nunca previsto su impacto y alcance. Además, se ha hecho todo lo que se ha podido en un escenario absolutamente desconocido e imprevisible. Lo han hecho lo mejor posible...

Pues lo siento, pero sobre lo de que no era previsible, que le pregunten a la OMS cuando ya en 2005 publicaba su Plan mundial de preparación para una pandemia de gripe y emitía toda una serie de recomendaciones para medidas nacionales antes y durante la pandemia.

Sobre lo de que se ha hecho lo mejor posible, que levante la mano el que a estas alturas esté absolutamente convencido de ello. Las medidas y contramedidas aplicadas, los errores palmarios en la valoración, la superficialidad en los diagnósticos, los cambios sobre la marcha de criterios que impactan sobre la salud y la economía de los ciudadanos, la falta de uniformidad y homogeneidad en su aplicación, son solo algunos de los elementos que han provocado este agotamiento pandémico-psicológico-financiero que muchos percibimos. Y si un profesional debe responder cuando no ha hecho bien las cosas, ¿qué impide que exijamos a la Administración igual o mayor nivel de responsabilidad en el manejo de nuestra salud y nuestros dineros? Pues eso: el que haya roto, que pague.