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El miedo es una emoción básica en el ser humano. Varía a lo largo de la vida, y dependiendo sobre todo de “nuestras percepciones del entorno, de nuestros recursos y del momento y circunstancias actuales que estemos viviendo”. Identifica de tres a cinco miedos que presentes actualmente….. Así empezaba la clase con alumnado de enfermería y fisioterapia el año 2019, en la Universitat de les Illes Balears (UIB), a principios del curso académico 2019, y donde se les sugería que anotasen sus miedos. Para ello, se les decía que dibujasen su mano predominante en el folio, y en cada uno de sus dedos dibujados debían identificar un miedo que en estos momentos sintieran. Tras su análisis pudimos obtener unos resultados como miedo: a los exámenes, a no ser un buen profesional de la salud, a hacer daño al paciente, a ser rechazado por el grupo, a no saber manejar situaciones complejas…, pero ninguno apuntó miedo a la muerte o al contagio.
Ahora, sin embargo, aparecen nuevos miedos… algunos irracionales que impiden a las personas interaccionar de manera cómoda y positiva con el entorno. Miedo a salir de casa tras el confinamiento, miedo al contagio, al virus, miedo a ser nosotros un vector de contagio, miedo a tocar objetos que pudiesen estar contaminados… estos miedos podrían incluso estar presente de manera obsesiva e irracional, convirtiendo a la persona en esclava de su propia angustia y temor exagerado.

¿Cómo podemos equilibrar todo esto? Debemos sin duda otorgar importancia a lo que sucede actualmente, eso es evidente, pero sobre todo recurrir a la obtención de información fiable, fidedigna, novedosa y no catastrofista. Los mensajes cargados de “miedos y pérdidas” son contraproducentes y en “comunicación” se apunta a que mejor recurramos a mensajes basados en “ganancias”. Es difícil ver y recurrir a ganancias, en un momento tan crucial y tan espantoso, donde apelar a la “esperanza” puede ser el acto más difícil que podamos hacer en estos momentos a nivel cognitivo. Pero lo que está claro es que debemos cuidarnos, protegernos, seguir las recomendaciones sanitarias, pero sobre todo recobrar “el sentido común”, claro está, acompañado de altas dosis de paciencia, optimismo hacia una vuelta a la normalidad lo más real posible. Ese es el deseo de todos, y seguro que entre todos lo conseguiremos, no hay que “perder la guardia”, pero protegiéndonos también de información cargada de miedos, sensacionalismo, incertidumbre y en ocasiones, de incierta procedencia. Seleccionemos por y para nuestra propia salud mental e higiene emocional dicha información y aprendamos a procesarla.