Los deseos de prosperidad en el año nuevo y poder cumplirlos se basan en dos pilares fundamentales: la Salud y el Trabajo. Y de ahí empezamos a soñar con nuevos proyectos personales, desde realizar un viaje hasta independizarse y formar una familia.
Sin embargo, la realidad es tozuda. En 2019, el 49% de la población de Balears experimentaba dificultades para llegar a final de mes y el 22% estaba en riesgo de pobreza y/o exclusión social según el informe del Estado de la Pobreza en Balears. La pandemia no ha hecho sino agravar esta situación, haciendo que el sueño al que aspiran muchos sea encender la calefacción. Cada vez es más evidente la realidad de que tener salud y trabajo quizás no baste. Además, es importante tener un trabajo decente y un salario digno.
De hecho, el octavo objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU es el «Trabajo decente y crecimiento económico». El crecimiento económico es la palanca para crear empleos decentes, ahora amenazados por la recesión económica. Para la OIT, el trabajo decente implica la oportunidad de acceder a un empleo productivo que genere un ingreso justo, la seguridad en el lugar de trabajo y protección social de las familias, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social, libertad para expresar opiniones y participar en decisiones relevantes, y la igualdad de oportunidades y trato para mujeres y hombres.
Más allá del salario mínimo interprofesional fijado por ley, un salario digno es la cantidad necesaria para que los trabajadores puedan vivir decentemente sin recibir subsidios, que les permita comprar comida, ropa, alojamiento y calefacción y tener un ahorro para imprevistos. En resumen, que una persona pueda vivir de su trabajo y de forma digna.
La Fundación para el salario digno del Reino Unido (livingwage.org.uk) ha logrado que 9.000 empresas e instituciones paguen de forma voluntaria un salario digno. La cuantía se calcula según el coste de la vida local: 11 libras por hora de trabajo en Londres y 9,90 en el resto del país en 2021. Los impactos de esta experiencia muestran beneficios para empleados, empresas y la sociedad en su conjunto. Para los empleados, el salario digno mejora la salud física y mental, les permite aumentar su rendimiento y ser más innovadores en lugar de repartir sus energías entre distintos empleos para poder subsistir y les permite formarse para mejorar su situación profesional. Para las empresas, se reducen las bajas por enfermedad, facilita la atracción y retención de personal más capacitado y mejora la productividad e innovación, la satisfacción de empleados y clientes y la adaptabilidad para el futuro. Para la sociedad, un salario digno reduce las demandas de asistencia social y sanitaria, mejora la vida familiar e integración social y permite una vida digna y sostenible. ¡Vale la pena!