En el caso de Mallorca su fortaleza le llegó de un turismo nacional más importante que el de los competidores y de su imbatible renombre en Alemania.
La Semana Santa es solo un anticipo del verano, temporada en la que todos se juegan los resultados del año. El temor a un incremento de los precios, por el mayor coste del combustible y la enorme inflación en el caso turco, han incentivado la venta temprana que se había retrasado por la incertidumbre generada por la guerra.
En el verano los tres destinos compiten por las vacaciones de las familias. Conseguir 60 pernoctaciones -15 noches por 4 personas- con una sola reserva, es un gran botín.
Los dos factores determinantes del precio son el alojamiento y el transporte. En el primer caso la fuerte devaluación de la lira turca juega a favor de ese país, a pesar de la enorme inflación. La previsible disminución del importante turismo ruso -más de 7 millones en 2019- obligará a los hoteleros a afinar los precios para las familias británicas y sobre todo alemanas.
Pero la distancia, si el combustible sigue encareciéndose -a pesar de que haya un fuerte aseguramiento del precio- adquiere mayor importancia. Desde Frankfurt o Londres a Palma son solo 2 horas de avión, pero 3,30 a Creta desde la capital inglesa y 4 desde la ciudad germana que suben a 4 o 4,30 respectivamente, si el destino es Antalya. Cada hora extra por vuelo se convierte en miles de horas a lo largo del verano. Ventaja para Mallorca.
Los demás factores: conocimiento, percepción de seguridad, experiencia del destino, oferta complementaria, juegan a favor de nuestra isla en el caso de las familias, que estaría empatada con Grecia en los viajes de las parejas y grupos de adultos.
La actividad turística durante el verano se acercará a la del año de referencia, lo que permitirá que al finalizar este, las previsiones de un 80% de actividad se hayan quedado cortas. Los ganadores del verano son Mallorca, Grecia y Turquía.