Lorenzo Navarro y José Luis García consideran que la política económica y laboral va en la buena dirección. Fotos: Pere Bota

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Lorenzo Navarro, secretario general de UGT en Balears, y José Luis García, secretario general de CCOO en las Islas, reivindican el papel imprescindible de los sindicatos para obtener mejoras sociales y en las condiciones. También piden importantes subidas salariales que compensen la fuerte inflación. Tanto UGT como CCOO, que cuentan con unos 15.000 afiliados en Balears cada uno, suman casi 5.000 delegados sindicales. Son mayoritarios en la mayoría de sectores excepto la sanidad y la educación. Pedro Rullán, consejero delegado del Grup Serra, saludó y dio la bienvenida a los dos secretarios generales.

UGT y CCOO van siempre de la mano, como hermanos. Parece que las viejas disputas se han acabado.
José Luis García: Para nosotros es imprescindible la unidad de acción. En otros ámbitos, como las elecciones sindicales, nos disputamos el espacio porque tenemos que revalidar nuestra representación empresa a empresa. Pero tenemos claro que para conseguir buenos acuerdos para nuestros trabajadores y trabajadoras necesitamos la máxima fuerza. Si no vamos de la mano, damos un mensaje negativo.
Lorenzo Navarro: La representación nos la dan las elecciones sindicales y es normal que haya competitividad, pero no afecta a las relaciones entre sindicatos. Somos de clase, tenemos que estar unidos y nunca hemos tenido problemas.

¿Continúan siendo útiles a la sociedad?
J.L.G. Más que nunca. Hay unas políticas económicas del primer mundo neoliberales que fomentan el individualismo. Necesitamos organizaciones que miren por el bien común y organizar a los trabajadores en defensa de sus intereses es fundamental. A lo mejor tenemos menos visibilidad, pero somos más necesarios.

Pero la realidad es que hay menos sindicación que nunca y las manifestaciones del Primero de Mayo van a menos.
L.N. No tenemos esta sensación. Con la pandemia se ha visto que somos necesarios y fundamentales en el diálogo social. Tenemos crisis económicas continuas y la gente está un poco cansada, pero sí que valoran nuestro trabajo. Además, cuando tenemos que salir a la calle para temas importantes, lo hacemos, como ahora que nos concentramos por el bloqueo de la patronal a una negociación colectiva que marque la línea a seguir en la subida salarial.
J.L.G. La sociedad cambia. Es un mundo muy individualista. Pero hemos conseguido el primer convenio autonómico en España de recogida de basuras. Ha habido huelgas y movilizaciones muy intensas para tener un convenio digno. En cambio, cuando es una movilización de carácter general, es más complicado.

¿La clase obrera es de otro tiempo? ¿En Balears hay clase obrera?
J.L.G. Todos los asalariados son obreros. La lucha de clases sigue más vigente que nunca. Hay una concentración económica entorno a unas élites en detrimento de la mayoría. Otra cosa es si se sienten clase obrera, pero la realidad es que lo son.

Siempre había pensado que la clase obrera era de izquierdas, pero cada vez se percibe en las elecciones que hay más clase obrera no solo de derechas, sino de extrema derecha.
L.N. Tiene que ver con las publicaciones populistas y demagógicas en redes sociales. Esta gente que vota a la derecha no es de esa ideología, sino que se deja llevar por según qué mensajes.
J.L.G. Hay mucho desencanto, lo que hace más fácil que determinados discursos puedan prosperar. El reparto de la riqueza es el que es, cada vez hay más desigualdad y trabajos precarios y los jóvenes están alejados de tener una vida digna y una vivienda. Es fácil cuando hay muchos parados que los discursos populistas calen. El desencanto nos genera reacciones antisistema. Pero si hay trabajo, estos discursos se paran. Es verdad que el trabajo es precario, cuando debería permitir vivir dignamente y poder desarrollar las necesidades materiales y también vitales. Pero lo primero es tener empleo. Por ello hacemos propuestas para tener mejores puestos de trabajo.

José Luis García y Lorenzo Navarro
José Luis García, secretario general de CCOO en Balears, y Lorenzo Navarro, secretario general de UGT en Balears. Foto: Pere Bota

¿No lo sienten como un fracaso de su tarea?
L.N. Es que la sociedad no está interesada en la política, con lo importante que es. Se dejan llevar por mensajes simplistas. Y luchar contra esto es muy difícil.
J.L.G. Se confronta un mensaje simple con una realidad compleja. Es complicado.
Dicen ustedes que cuanto menos paro, menos populismos, y en Balears tenemos pleno empleo.
J.L.G. Pero también he dicho que además de tener un trabajo, tiene que satisfacer las necesidades como persona. Por ello nosotros hacemos propuestas para defender la ocupación y para mejorar las condiciones de los trabajadores. Íbamos en una buena línea hasta que llegó la pandemia. Las rentas bajas estaban subiendo gracias a la negociación colectiva. Y la pandemia ha puesto en valor el papel de los sindicatos, porque sin organizaciones como las nuestras habría sido diferente.

Son ahora muy pactistas, ¿poco beligerantes?
J.L.G. Si pedimos protección para los trabajadores durante la pandemia, y se acepta, o pedimos que se cree una prestación extraordinaria para los fijos discontinuos que no existía y se inventó en Balears, y se crea…
La reforma laboral de Mariano Rajoy, según los sindicatos, era un desastre.
J.L.G. Es que lo fue.

Ahora, con la reforma laboral de Yolanda Díaz, lo que antes era muy malo ahora no lo es tanto. No ha habido derogación.
L.N. La reforma laboral unilateral de 2012 nos quitó nuestras competencias, que era lo que se buscaba. Nos dejó sin poder de negociar. Con esta reforma laboral, es la primera vez en muchos años que los trabajadores ganan derechos.

Pero lo que Mariano Rajoy les quitó no se lo ha devuelto Yolanda Díaz, solo una parte.
J.L.G. Desde CCOO siempre se pidió eliminar los aspectos más lesivos de la reforma de 2012, no la derogación. Porque la reforma de 2012 tenía la intención de devaluar el país a través de los salarios, quitando poder de negociación a los sindicatos para devaluar salarios. Prevalía el convenio de empresa, que podía estar por debajo del convenio sectorial. En el convenio de limpieza de locales en tres años tuvieron una devaluación salarial del 23%. Y con Yolanda Díaz hemos recuperado derechos. La contratación ahora es indefinida, que es el primer paso para mejorar la calidad del empleo. Retorna la ultraactividad del convenio, es decir que cuando caduca ya no tenemos una espada encima para llegar a un acuerdo. Y retorna la prevalencia del convenio sectorial, que elimina la presión a la baja de los convenios de empresa. Esta es la primera reforma laboral que cambia la tendencia, subiendo también el salario medio interprofesional, y los pensionistas vuelven a tener la subida del IPC.

Un salario medio igual en toda España, ¿tiene sentido si el poder adquisitivo no es el mismo en los diferentes territorios?
J.L.G. Dividir determinadas reivindicaciones es perjudicial para los trabajadores. El salario mínimo es un mínimo y debemos trabajar en los convenios colectivos, que antes de la pandemia subieron muy por encima de la media española.

Les escucho y parece que vamos bien, pero mi sensación es que cada vez hay más trabajadores pobres. ¿Qué subida salarial reclaman?
J.L.G. Más que ir bien, diría que vamos por el buen camino. Queremos ocupación, mejorar salarios… pero hay toda una serie de factores que no controlamos, por ejemplo todo lo que afecta a la vivienda. Somos un destino turístico con mucha demanda. Esto hace que suban los precios de los que vienen de fuera y condiciona los precios de los que estamos aquí. Es un efecto perverso. El residente tiene una serie de dificultades fruto de esta elevada demanda que hay que resolver, como la vivienda y la inflación. Lo que a nosotros nos corresponde es la negociación colectiva.

Este año los trabajadores perderán poder adquisitivo.

Ambos: Este 2022, sí.

¿Cuál sería una subida justa? ¿Se puede cuantificar?
L.N. Dependerá de muchos elementos y de la fuerza que tengamos. La gente debe organizarse para hacer fuerza.

El viernes pasado reclamaban una subida de salarios ante la sede de la CAEB, pero ahora no lo parece.
J.L.G. Sí, los salarios deben subir, y con fuerza.
L.N. Pedimos fuertes subidas salariales que sean justas. Sobre todo en el próximo convenio de hostelería, que es el más importante en Balears. Viendo cómo ha transcurrido la temporada, que ha sido un éxito, y que los trabajadores han hecho un gran esfuerzo físico, reivindicamos que se repartan los beneficios con fuertes subidas salariales acorde con cómo está la situación de la vida.

¿Es inevitable que el trabajador de hostelería pierda poder adquisivo?
J.L.G. No. Es evitable y lo lucharemos.

Los empresarios dicen que los trabajadores no muestran interés.
L.N. No es cierto.
J.L.G. Es muy demagógico. Hay que pensar por qué no tienen interés en trabajar. Parte del desencanto en el sistema viene porque trabajando no pueden garantizarse buenas condiciones de vida. Con la pandemia, mucha gente se ha replanteado por qué trabaja. No es algo masivo, pero hay que plantearse a qué precio está la vivienda para ver si compensa trabajar. Aquí parece que todo lo tiene que solventar el Gobierno, pero debemos hacer pasos todos.

¿Los empresarios respetan las condiciones laborales?
L.N. Los hoteleros, en comparación con la restauración, sí. También tenemos más representación en los hoteles.
J.L.G. Sí que respetan más las normas en el sector hotelero, pero falta cultura de pacto y de consenso, hacer partícipes a los trabajadores de lo que tiene que ser el sector. Lo digo pensando en los hoteleros. El convenio, más allá de la subida salarial, debería servir como herramienta de transformación del modelo. A nivel de sector deberían hacer partícipe al trabajador y tener una mirada más a largo plazo. Es por este motivo que hemos celebrado la nueva ley turística, porque por primera vez se tiene en cuenta al trabajador. Hasta ahora solo se hablaba de infraestructuras y de estrellas.

Pero no se vincula la categoría hotelera a la salud laboral.
J.L.G. Determinadas cosas, por normativa, no pueden ser. De hecho, la obligación de las camas se ha introducido como mejora de servicio, no como salud laboral.

Todas las ofertas laborales son con un salario según convenio. ¿Es bueno pactar subidas particulares?
J.L.G. Dinamita completamente la negociación colectiva. Otra cosa es regular la productividad o la carrera profesional dentro del convenio.
L.N. En el convenio cabe todo, no se cierra únicamente a las subidas salariales.

¿Cómo se puede premiar a un trabajador en concreto?
L.N. Hay categorías.

¿Y a igual categoría?
J.L.G. Incentivos. Si un empresario quiere premiar a un trabajador porque le responde, se puede regular en el convenio.

¿La subida de los funcionarios, hasta un 3,5% en 2023, les parece bien?
L.N. Después de tanto tiempo con salarios congelados, me parece bien. Es distinto un trabajador público que uno privado.
J.L.G. La negociación en la función pública es más compleja porque depende de unos presupuestos. Si aumentáramos el capítulo 1 un 10%, se preguntaría de dónde se sacará ese dinero. La negociación incluye la carrera profesional, la jornada de 35 horas... todo el mundo se fija en el incremento, pero esto también es dinero. De cara al convenio de hostelería, me preocupa que el foco se centre solo en la subida salarial porque el convenio debería ser un instrumento fundamental para el cambio de modelo turístico.

Entrevista a los sindicatos
Pedro Rullan saluda a Lorenzo Navarro en presencia de José Luis García. Foto: Pere Bota

¿Qué debe incluir el próximo convenio de hostelería para que influya en el cambio de modelo?
J.L.G. Cualificaciones. Si no cualificamos a los trabajadores, moriremos de éxito. Lo más importante es reconocer la profesionalidad del trabajador. Sería el reconocer y evaluar la experiencia para obtener un certificado de profesionalidad. Si seguimos teniendo una demanda elevada subirán los precios, y más con la moratoria de plazas hoteleras. Por tanto, el aumento de precios está garantizado. Esto es bueno, pero si un cliente viene y paga una burrada para estar aquí una semana y no tienes a gente preparada para dar el servicio adecuado, será morir de éxito.

¿No están preparados los trabajadores de hostelería?
J.L.G. Para el producto que tenemos ahora sí, pero si vamos hacia productos más elevados en calidad podemos tener problemas si no cualificamos a las personas, y el primer paso es el reconocimiento de la experiencia. Ahora es el momento de hacerlo.

¿Alguna cosa más?
L.N. También buscamos solucionar el problema endémico que tenemos con la estacionalidad. El convenio de hostelería recoge la garantía de empleo. Si se ampliara de seis meses a nueve, seguro que se buscarían fórmulas para trabajar nueve meses.
J.L.G. Es muy fácil externalizar parte de los costes hacia el Estado en invierno. Tenemos una industria que funciona de forma anómala. Y después de tantos años, genera inercias. Los empresarios no quieren esforzarse y la estacionalidad juega en contra del trabajador.

Pero el contrato fijo discontinuo se ha vendido como modelo de éxito e incluso se ha generalizado a nivel nacional.
J.L.G. Es que no queda otra. Yo no digo que el contrato fijo discontinuo no sea bueno. Ha garantizado estabilidad al trabajador y al empresario.

Y provoca que las pensiones sean menores.
L.N. O que hay gente que lleva 40 años trabajando pero no cumpla los requisitos para jubilarse. Es un gran problema del fijo discontinuo en Balears.

¿Defienden la jornada de cuatro días?
L.N. Defendemos pasar la jornada de 40 a 32 horas cobrando lo mismo.
J.L.G. Con la pandemia se ha visto que algunos sectores tenían más facilidad para hacer teletrabajo, sobre todo los más tecnológicos. Las empresas tendrán que enganchar a la gente no solo en salario, sino en condiciones de vida.

La semana pasada se aprobó el REB y se han anunciado 25 medidas para combatir la inflación. ¿Cómo lo ven?
J.L.G. Fantástico. Vamos en la dirección correcta. No digo que sea suficiente, pero rompe con el esquema de que hay que salir de las crisis recortando. La pandemia ha sido un buen ejemplo de salir más rápido y reforzados protegiendo a empresas y personas. Este invierno debemos proteger a las familias, que verán minvados sus ingresos en temporada baja. Y no solo son los 300 o los 600 euros de la prestación, es el transporte o la matrícula universitaria, que suponen dinero en el bolsillo. Se habla mucho de bajadas de impuestos, pero a las clases medias y bajas les supondría muy poco dinero.

¿Su modelo son subsidios para complementar sueldos insuficientes?
L.N. No, las ayudas son por la situación actual.
J.L.G. Nuestro modelo es trabajo para poder tener una garantía de vida digna. Pero hay situaciones no provocadas por el trabajador, como ahora, en las que se le debe proteger. En la pandemia se protegió a los trabajadores y nadie dijo que eran subsidios o que eran paguitas a cambio de votos.

Si te tengo que ayudar con un escudo social es que no soy capaz de que tengas un trabajo digno.
J.L.G. Tenemos un sistema fracasado, en el que cuando viene cualquier crisis hay que ayudar al trabajador para que subsista. El modelo neoliberal es un fracaso colectivo como sociedad, pero no lo hemos inventado los sindicatos. Lo que hacemos es proteger a las personas del modelo. Nosotros defendemos la doble diversificación: diversificar el modelo más allá del sol y playa y diversificar otras actividades. Nos emperramos en hablar de las consecuencias del modelo, pero no hablamos de las soluciones, ni de cómo cambiar. El turismo para nuestra comunidad tiene que ser un generador de bienestar. ¿Cómo lo hacemos?

¿Lo es ahora?
J.L.G. Pienso que es un modelo saturado. Necesita mucha energía de entrada para el poco rendimiento económico y social que da.