El paulatino incremento de la subida de precios en las vidas de la ciudadanía balear está acarreando un desequilibrio económico que en cifras supone una mayor infidelidad a determinados hábitos empresariales y laborales. La fidelidad del consumidor en tiempos de bonanza económica se basó en la firmeza y constancia de hábitos en compras, ventas y obligaciones sobre compromisos establecidos, pero desde la crisis pospandemia y circunstancias del conflicto bélico se han desestabilizado esos hábitos y ha surgido un nuevo movimiento por parte del consumidor final en sus hábitos de compra y venta, al igual que la decisión de muchos empresarios sobre cómo gestionar sus negocios siendo fieles a sus principios y no en base a resultados económicos.
Actualmente el consumidor es más digital, se ha convertido en un ávido detective de productos y servicios en red, se siente con poder para cambiar la estrategia de venta de las empresas más tradicionales, al mismo tiempo que el actual consumidor busca la rapidez y comodidad. Por ello, en mi opinión, el actual consumidor es mucho más infiel y no se basa en los compromisos establecidos en la antigüedad de hace unos años, sino que es desleal a ello al querer probar cosas nuevas y estar abierto a más marcas.
Al mismo tiempo que la tendencia en la compraventa empresarial se busca en la cercanía y confianza sobre todo en los productos autóctonos y de ahorro al consumo por haber padecido problemas de suministro y subidas incontroladas de los precios. La sostenibilidad es una de las premisas que más cuota de adeptos está generando, creando una red empresarial del cambio, que genera consumidores adeptos al reto de la recuperación sostenible del planeta, ejemplos como aplicaciones de economía circular, en prendas de ropa segunda mano, accesorios con vidas recuperadas, retrofit en vehículos y embarcaciones, etc. dándoles otra segunda vida a los productos y haciendo sentir al usuario que influye y aporta al futuro del planeta.
Por ello todos estos cambios de hábitos del consumidor están haciendo que el tejido empresarial tome consciencia de la importancia de la inseguridad en las líneas comerciales y sus fuerzas de ventas; ello afecta en las decisiones empresariales y las que de verdad toman las riendas de sus negocios siendo fieles a sus principios y valores y no tanto a las cuentas de resultados son tendencia en la actualidad. El empresario infiel con el mercado y fiel a sus principios y valores se vuelve más original y apetecible a este nuevo consumidor final impredecible y cambiante.
Valores empresariales como la honestidad que acentúan la credibilidad, la transparencia que aporta confianza en el mercado que se opera, la coherencia empresarial que genera valor y fidelidad, la libertad como valor corporativo, la puntualidad en entregas y servicios que ofrece seguridad al cliente, la excelencia que invita a la superación de la empresa y por último la adaptabilidad que se rige por los cambios que suceden a su alrededor y contempla nuevos escenarios e imprevistos dando soluciones a los mismos e incluye el aprendizaje por el camino; hacen que todos estos valores y muchos más que ustedes como lectores pueden añadir a la lista, son los que crean el nuevo escenario empresarial potente contra el cambio de paradigma que vivimos e infiel a los antiguos canones empresariales establecidos hace un tiempo. ¡Que viva la infidelidad empresarial! Esta que está creando una nueva justicia económica, una nueva constancia adaptada al cambio y con diligencia crea capacidad económica basada en todos los valores arriba citados. Bienvenidos empresarios/as del siglo XXI, la nueva era empresarial ya está aquí.