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Las empresas turísticas han vivido años muy duros. En 2020 sufrieron la covid. Tras recuperarse en 2021, llegó un 2022 malo en general pero con un mayor impacto sobre este sector. Las subidas de tipos de interés perjudican a empresas que se tuvieron que endeudar durante la pandemia. El alto coste del petróleo, directamente a las aerolíneas y los cruceros, e indirectamente a todas. Y, además, han de lidiar con la inflación, ya que son empresas que tienen poco poder de fijación de precios (la demanda es muy inelástica al tratarse, mayoritariamente, de ocio). Además, los riesgos de recesión afectaron duramente a un sector ya castigado. De hecho, hemos visto caídas en 2022 en las principales turísticas, en algunos casos, superiores al año en el que apareció la covid.

Sin embargo, parece que 2023 está cambiando para el sector; las cuatro compañías que lideran la rentabilidad del año del IBEX son turísticas (en medio se sitúa Cellnex que gracias a los rumores de OPA está subiendo un 18%): IAG (+34%), Meliá (+33%); Amadeus (+17%) y Aena (+16%).

Hay factores positivos que pueden hacer que las bolsas en general, y el sector en particular cambien de tendencia: freno en la inflación, petróleo a niveles muy aceptables, limitación de las subidas de tipos y una recesión que ya no está tan clara y que los inversores pueden haber descontado ya.

Además, tal como se mostró en Fitur, la feria turística que se celebra en Madrid, parece que la confianza en los viajes ha vuelto, algo que, junto a unas ganas de viajar que no se han ido, pueden dar impulso. Otro factor favorable es la apertura de China tras tres años prácticamente cerrados; con el incremento de gasto turístico que había aportado al mercado antes de la covid puede ser un extra a tener en cuenta.

Ante este escenario, mucho inversor se puede plantear la adquisición de acciones de empresas turísticas. Partiendo de la base que diversificar es siempre una buena opción, hay que tener en cuenta que dentro del concepto «turismo» hay varias tipologías de empresas. Ya no solo por su actividad, ya que cotizan hoteleras (NH Hoteles, la mallorquina Meliá Hotels Internacional, Accor), aerolíneas (IAG, American Airlines, Delta…), cruceros (Carnival), reservas (Amadeus, Booking, Experia), servicios aeroportuarios (Aena o la empresa de catering para aeropuertos Autogrill) o, incluso, parques de atracciones (Wall Disney).

Otro factor a considerar, y de gran importancia, es la tipología de negocio. Por ejemplo, dentro de las hoteleras encontramos lujo (Marriott) que no va muy correlacionado con otras hoteleras, ni vacacional ni ciudad. De hecho, la americana logró revalorizarse durante 2020 mientras otras hoteleras caían verticalmente.

Entre las «turísticas» que subieron en bolsa durante 2020 encontramos las tecnológicas: lo hicieron tanto Expedia como Booking. Por el mismo motivo también sufrieron fuertemente el año pasado. Este dilema lo encontramos en muchas tecnológicas, ¿son tecnológicas o son del sector de los servicios o productos que «venden» o al que pertenecen sus clientes?

Por lo tanto, los inversores tienen a su alcance muchas empresas turísticas, con características muy diferentes entre ellas, cotizando en países diferentes, con lo que es posible incorporarlas adecuando el riesgo a la cartera sin mucho problema.