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«¡Al revés me las calcé, y eran botas… y además eran botas de montar!». Esta frase la oí muchas veces durante mi servicio militar. La pronunciaban todas las veces -y fueron muchas- que los reclutas hacían las cosas al revés, como dar media vuelta a la izquierda cuando había que darla a la derecha. Es una frase que me viene a la cabeza cada vez que oigo hablar de la política de vivienda del Govern.
De hecho, las últimas propuestas realizadas por los componentes del Pacte, de limitar la compra de viviendas a no residentes, de crear una inmobiliaria pública o de habilitar contenedores, demuestran a las claras el fiasco de lo realizado hasta ahora, incluidas las restricciones al alquiler turístico.

Un mejor funcionamiento del mercado que incremente la oferta es lo que hace falta, lo que redundaría en una moderación automática de los precios. Eso pasa porque muchas de las viviendas que ahora se encuentran desocupadas (unas setenta mil sólo en Palma) salgan al mercado. Lo que requiere un mayor grado de seguridad jurídica para sus propietarios, justo lo contrario que se hace. De hecho, hay demasiados incentivos para mantenerlas vacías, desde la posibilidad de que sean «ocupadas», pasando porque se establezcan precios máximos, aumenten los períodos mínimos del alquiler, etc.

Los tributos que recaen sobre la compra-venta tradicionalmente se situaban en torno al 3 ó al 4%; pero ahora están en torno al 10% o 11% del valor del inmueble. Un claro incentivo para no mover el patrimonio a menos que se incrementen los precios, lo que, sin duda, pone palos en la rueda del eficaz funcionamiento de ese mercado. Como también lo hace la elevada tributación de las herencias entre tíos y sobrinos.

La concesión de licencias se dilata por períodos de tiempo excesivos tanto si se trata de obra nueva como, también, de reformas. Un sobrecoste que, ¡cómo no! acaba siempre recayendo sobre el usuario.
Si alguien quiere invertir en viviendas de alquiler, pero no cuenta con la cantidad de dinero suficiente, podría hacerlo mancomunando sus recursos a través de la constitución de un fondo. Pero ¡cuidado! los miembros del actual Govern lo calificarán de ¡fondo buitre! Fondo que se verá gravemente penalizado si acumulan varias viviendas.

Los tipos de interés siguen siendo negativos por efecto de la inflación. Fenómeno que tiene su origen en la necesidad de implementar una política monetaria que otorgue recursos a unos gobiernos incapaces de mantener la debida estabilidad financiera. Y ya se sabe que cuando bajan los tipos aumenta el precio de los activos incluido el de la vivienda.

En definitiva, lo dicho, ¡al revés me las calcé! Pues el origen de la carestía de la vivienda hay que buscarla, sobre todo, en un Govern deseoso de incrementar su poder. Y lo malo es que sin un mercado de la vivienda que funcione correctamente, tampoco lo puede hacer el laboral, puesto que la movilidad se convierte en cuasi-imposible.