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«Hace un tiempo, allá por los años veinte del siglo XXI, comenzó el declive y los desastres ecológicos del planeta tierra. El mundo comenzó a tambalear por todas las décadas y desastres de un loco mundo del siglo XX, de la búsqueda del confort para el ser humano que dejó atrás la naturaleza y el cuidado del planeta, en pro del confort y el placentero universo de las personas, ello hizo huella en la tierra y no nos dimos cuenta que nuestra cómoda vida destruía el planeta…». Así comienza la historia contada por un abuelo a su nieto en el año 2101… Y el abuelo sigue su discurso lleno de pena y tristeza mirando a los ojos del pequeño:

«Sí, querido nieto, yo vivía en un paraíso, pero el mar se tragó las islas más bonitas del mar mediterráneo por culpa de la huella del hombre… no pudimos hacer nada, solo restablecer otras tierras de la Península Ibérica, que así se llamaba antaño, pero la ola gigante que se tragó mis Illes Balears fue lo más doloroso que me ha pasado nunca, yo me salvé porque estaba de viaje con mis primos de la península, otros no sobrevivieron…".

Esta pequeña historia inimaginable para muchos en la actualidad es el presagio de unos pocos que auguran la verdad sobre cómo hemos descuidado nuestra función y labor en el mundo. Es triste que aún existan personas negacionistas al cambio climático solo por no perder su confort y su vida actual en pro de sus negocios o sus beneficios, lo peor de todo es que el remedio es urgente. Es fácil vivir de la tierra para que sirva al ser humano, pero cambiar nuestros hábitos para ser nosotros los que debamos servir al planeta que nos cobija y nos da la vida, ese cambio da miedo, y muchas personas no son capaces ni de imaginarlo. Y así estamos… en una lucha de poderes del cambio climático en vez de ponernos manos a la obra para servir al mundo, y no al revés como hasta ahora.

Que decir tiene que todas estas catástrofes, incluido el último terremoto en los países de Siria y Turquía que se ha llevado por delante miles de vidas humanas, deben ponen en valor la importancia de tomarse en serio la emisión de la huella de carbono y tomar acción y medidas como cambios en nuestros hábitos de vida y sobre todo nuestra movilidad. El desarrollo de las renovables y la reconversión de los antiguos modelos de negocio basados en energías contaminantes ayudan a la economía y crean nuevos puestos de trabajo. Lo importante es que nadie se quede atrás. La transición energética se ha vuelto necesaria para salvar a nuestro planeta de los efectos producidos por el cambio climático.

El urgente objetivo de descarbonización de las economías mundiales debe ir directa e inevitablemente seguido de la transición energética, esto es, un cambio global del sector energético de los sistemas basados en combustibles fósiles hacia fuentes de energía renovables como la solar, la eólica o la de las olas de mar, ya que siendo islas y estando rodeados de mar, es una fórmula indispensable a tener en cuenta, igual que la propulsión eléctrica en embarcaciones, entre otras soluciones. No se olviden queridos lectores que vivimos del mar por nuestras industrias náuticas y turísticas, y lo que el mar nos da hay que devolverlo… ¿Eres de los que te activas y te pones manos a la obra con el cambio? ¿O ves la vida pasar cómodamente y sin pronunciarte, y te niegas al cambio?