Y es que en general, en esta evolución, las Balears salen especialmente bien paradas, constatando el informe de BBVA Research en marzo que las islas liderarán en 2023 el crecimiento económico por comunidades en España, con un +3,3%. En cuanto al turismo, Exceltur situaba a Balears a la cabeza del crecimiento del PIB, con un +8,4% respecto a 2019, mientras vuelve a hablarse de una buena temporada. En una comunidad donde más del 40% del PIB depende directamente del turismo, estas magnitudes son muy relevantes, pero lejos de cualquier triunfalismo, debemos trabajar para que este desarrollo espectacular sea sostenible, tanto social, como medioambiental y económicamente.
Siempre he dicho que, como «política de Estado», el turismo no puede estar al albur de los sucesivos cambios de gobierno y programas políticos, sino que se debe consensuar una gran estrategia de país, sustentada en la fuerza de la colaboración público-privada, y con visión de largo plazo. De esto sabemos mucho en las Balears, pues los mejores momentos de nuestra historia turística han estado marcados por esta colaboración.
En un año de especial complejidad debida a la concentración de procesos electorales, nuestro sector vislumbra la oportunidad de emprender una nueva etapa en la que los gobernantes presentes y futuros, estatales, autonómicos y locales, asuman con responsabilidad y «luces largas» los principales retos que afronta el turismo en Balears, como seguir avanzando en la mejora de la calidad y diversificación de nuestra oferta mediante la adecuada planificación y los incentivos a las reformas, el control de la oferta de alquiler vacacional, (a cuyo descontrol actual podrían sumarse los efectos indeseados de la recientemente aprobada Ley de Vivienda), una verdadera estrategia de transporte, la mejora del marco fiscal en apoyo de las empresas y familias, el endurecimiento de las actuaciones contra el turismo de excesos y, por supuesto, seguir apostando por la sostenibilidad social y medioambiental.
Una etapa de diálogo y escucha, manteniendo lo que se ha hecho bien hasta ahora y eliminando lo que nos resta competitividad, y sobre todo, avanzando hacia un modelo más cualitativo, rentable social y económicamente, y sostenible. Una etapa que nuestro turismo, y nuestras Islas, se merecen.