El mundo energético no es indiferente a la coyuntura tan convulsa que estamos viviendo a nivel geopolítico. La guerra de Ucrania continúa y tengo la impresión de que, lamentablemente, tanto el mercado como el mundo ya la ha descontado.
Ahora nos fijamos en el horror palestino-israelí que además puede desestabilizar todo Oriente próximo y por ende el mundo entero. Por no hablar de una posible invasión de China a Taiwán, que supondría un desastre y generaría un impacto global con efectos económicos devastadores. Además, hay centenares de conflictos en el mundo, que ni siquiera salen en los noticiarios españoles como las revueltas y protestas en Guatemala o Panamá… Suma y sigue.
Asimismo, se unen a los graves problemas que estamos sufriendo en nuestro país: la inmigración ilegal que ahora está entrando por la puerta de Canarias, con efectos y consecuencias impredecibles, o la perpleja situación de los pactos políticos que nos alejan de una estabilidad y seguridad que necesitamos los empresarios para invertir y la sociedad en general para vivir.
En resumen, nuestro mundo está más complicado que nunca desde 1945, con el final de la Segunda Guerra Mundial. Y pienso: ¡Qué bien estamos en Sa Roqueta!
Dicho esto, en mi opinión, solo nos queda ser espectadores de este sin sentido que estamos viviendo y tratar cada uno de nosotros desde su posición de hacer «cosas», «movimientos» a favor de un mundo mejor, poniendo nuestro granito de arena día a día. Volviendo al mundo energético europeo, y en concreto, en clave nacional muchas cosas deben de cambiar: la principal es el «despacho» energético, es decir el sistema por el que se establece el precio de la electricidad.
No puede ser que hayamos pagado hasta 700€ por megavatio (MW), y ahora cueste CERO los domingos y cada vez más días… Este sistema no tiene futuro y nos perjudica mucho en el presente.
El sistema actual, el marginalista, por el cual se pagan todos los megavatios (MW) al precio del último que entra, es decir, el más caro, no lo vemos acertado.
Lo explico con un ejemplo fácil: si vamos a comprar 10 botellas de vino a la tienda y sólo hay 8 botellas a 20€ y 2 a 50€, pues en vez de pagar 8 a 20€ y 2 a 50€, pues resulta que, con este sistema marginalista, tendría que pagar las 10 botellas a 50€. Nadie lo aceptaría, claro. Pues eso es lo que pasa con la electricidad a nivel europeo.
La razón que siempre nos han explicado desde el Ministerio era que se utilizaba este sistema para incentivar la inversión en renovables, explicación que nosotros nunca hemos compartido porque hay muchas otras formas de estimular las inversiones en renovables y con este método hemos llegado a absurdos como tener que pagar 200€ por MW por mucho tiempo y hasta llegar a 700€ por MW en momentos puntuales. Ahora estamos en 100€.
En resumidas cuentas, algo de razón teníamos, cuando hoy, por fin, los ministros de Energía Europeos hablan de la necesidad imperiosa de reformar el mercado eléctrico europeo, tema que me alegro mucho, porque si bien hay que fomentar las renovables, también hay que permitir que las familias y las empresas puedan permitírselas y ser competitivos. ¡Es fundamental!
Aunque los ministros europeos, van más por el camino de favorecer los contratos de energía a largo plazo para evitar las fluctuaciones del mercado diario y no tanto por eliminar el sistema marginalista porque consideran que ese sistema fomenta las inversiones en renovables. Con todo este maremágnum de información, y con toda la coyuntura energética actual, nuestro gran consejo es que tanto a nivel individual, cada uno en su casa, como a nivel empresarial, se fomente el autoconsumo mediante placas fotovoltaicas con batería. Es la mejor opción de presente y me atrevo a decir que de futuro.