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Hasta hace unos meses, pocos inversores habían oído hablar de burbuja de deuda, curva de tipos o, ni siquiera pensaban que se podía perder dinero en renta fija. Aunque no lo parece, la renta fija es muy complicada: se trata de comprar deuda (prestar dinero) de empresas o Administraciones Públicas, ya sea directamente a ellos o bien en mercado secundario traspasando esos títulos de unos inversores a otros.

Posiblemente del nombre venga el error: al pagarse un rendimiento fijo (si es deuda senior, ya que en otros ni siquiera eso es seguro) se le llama «renta fija» y en base a esto se ha creado la imagen de no riesgo, cuando sí lo hay. El primero es evidente, el de crédito: si el que debe pagar los cupones o el nominal no lo hace. Para ello hay agencias de calificación de calidad crediticia, principalmente Moody's, S&P y Fitch, que marcan su capacidad de devolución. Pero el riesgo que se ha hecho más evidente en estos últimos meses ha sido el de tipos de interés. Mucho inversor no sabía (o no sabe) que su título de deuda (o su fondo de renta fija) tiene un precio que cotiza en función de la calidad del emisor y de los tipos de interés.

Pues bien, este precio varía de forma inversa a los tipos de interés: si hay subida de tipos, el precio del bono tiene que bajar hasta el punto en que la bajada de precio compense el tipo de interés inferior al de otras emisiones con el mismo riesgo. Por este motivo hemos visto desplomes históricos en bonos de países o de empresas y de fondos de inversión (que tiene que calcular su precio en función del valor de cotización del bono).

Aunque la subida de tipos se veía venir, ha sido tan tardía y vertical que ha hecho daño. Cuanto más largo es el plazo de la inversión, más afecta la subida de tipos, por eso hemos visto emisiones caer más del 50% a pesar de ser emisores muy seguros. Sin embargo ahora nos encontramos con un paradigma diferente: difícilmente se verán más subidas de tipos, y más viendo los datos de inflación que se han publicado esta semana. Por lo tanto, la catástrofe ahora se puede convertir en una oportunidad, pero siendo selectivos.

Por una parte porque este descenso de inflación se ha conseguido ralentizando la economía lo que hará que haya impagos de algunos bonos. Por otra porque la curva de tipos está invertida, así que comprando a vencimientos de largo plazo (a partir de 5 años) podría todavía haber algún riesgo.
Además, hay que analizar las «gangas»: hay emisiones que han caído más de lo normal, ya sea por riesgo de crédito o de tipos debido a una sobrerreacción del mercado.

Si la inversión en fondos es siempre óptima para pequeños inversores, en este caso lo es más: (i) en muchos casos se piden nominales muy altos para invertir de forma directa, no así en fondos; (ii) la fiscalidad de los fondos hace que el inversor no tribute por cada pago de intereses, sino que se reinvierten, lo que (iii) permite hacer capitalización compuesta, (iv) además da la opción de diversificar mucho más y (v) se hace de la mano de gestores especializados en renta fija, algo necesario ante su complejidad.