Un año más, el 8 de marzo nos da la oportunidad de poner en evidencia las desigualdades que existen en la sociedad en materia de género, de reivindicar mejoras y de proponer soluciones.
Un año más, las entidades de economía social se ofrecen como garantes de valores igualitarios y como modelo de empresas comprometidas con una igualdad, que es irrenunciable por cuestiones de justicia social y calidad democrática.
El estudio elaborado por COCETA sobre la situación de las mujeres en las cooperativas revela los siguientes datos:
• Las mujeres representan más del 51% de las plantillas de las cooperativas de trabajo.
• En los puestos de decisión se supera el 54%.
• Un 78,8% son socias trabajadoras.
• No hay diferencia entre las horas trabajadas por hombres o por mujeres.
• El 53,3% considera que existe una buena conciliación.
• Los Planes de Igualdad existen en un 51% de cooperativas, aunque no lo exige la normativa.
Pero si bien es cierto que el cooperativismo ofrece posibilidades de empleo a las mujeres, mejores condiciones laborales y facilita su empoderamiento gracias a esa inclusión laboral y a esa participación que pueden desarrollar en las cooperativas, (algo especialmente relevante para la mujeres en el ámbito rural) las cooperativas no dejan de ser un reflejo de sociedad, donde la desigualdad persiste, donde continua la segregación social entre hombres y mujeres, y donde la jerarquía es evidente.
Por tanto, las cooperativas, a pesar de la filosofía igualitaria y la estructura democrática, no son de por sí garantes de igualdad, sino que es necesario aplicar la perspectiva de género a través, por ejemplo, de los planes de igualdad.
Sin embargo, los planes de igualdad han sufrido cambios legislativos para su implantación en la totalidad de las empresas, sin tener en cuenta lo que significa ser persona socia trabajadora de una cooperativa causando más de un problema administrativo que se debe solucionar, sobre todo cuando el número de cooperativas que, sin tener obligación legal, se han dotado de un plan de igualdad y han adoptado medidas innovadoras que son ejemplos reales de igualdad en la empresa.
Gracias a estas medidas innovadoras y a la introducción de la perspectiva de género en la organización y funcionamiento interno, en las cooperativas se produce una menor incidencia de las principales manifestaciones de desigualdad laboral, atendiendo a las relaciones de género en la estructura socioeconómica: brechas salariales, techo de cristal, suelo pegajoso. De esta manera, las cooperativas de trabajo presentan características que, de partida, las sitúan con ventaja si apuestan por avanzar en la incorporación de la perspectiva de género en su cultura organizacional. Esto supone un reto para cualquier entidad, pero es un camino ya emprendido por las cooperativas de trabajo.
Como decía Pauline Green: las cooperativas dan poder a las mujeres y las mujeres dan poder a las cooperativas.