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En España el desafío educativo más acuciante es acabar con el fracaso escolar y, por ende, con el abandono escolar temprano. De acuerdo con datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional de 2023, el abandono escolar temprano se situó en un 13,7%, cuatro puntos más que la media de la Unión Europea con un 9,5% en 2023 y solo superado por Islandia y Rumanía, con un 15,8% y un 16,6%, respectivamente. Paralelamente, si nos focalizamos en nuestras comunidades autónomas, Balears tuvo el mayor abandono escolar temprano en 2023. Se situó en un 19,1% y solo fue superado por la ciudad autónoma de Ceuta, con un 19,2%. Es muy preocupante porque es determinante para el futuro de muchos adolescentes y jóvenes. Éstos al padecer exclusión educativa, corren el riesgo de sufrir exclusión social, dado que pueden tener serias dificultades para encontrar trabajo y si lo encuentran, éste seguramente será precario y, por tanto, sufrirán, inseguridad laboral.

A esto hay que sumarle otros costes económicos, en términos de baja productividad; fiscales, por baja recaudación de ingresos tributarios; y sociales, derivados de los servicios a la población dependiente.
Por otra parte, son muchos los factores que conllevan a que un menor no tenga éxito educativo y acabe abandonando los estudios. En este sentido, el papel de los docentes a la hora de forjar las expectativas sobre el éxito educativo del alumnado es fundamental, dado que dicha proyección, en vez de animarles, puede impulsarles al absentismo, paso previo al abandono escolar. Hay que sumar el hecho de repetir curso, que puede generar sentimientos de fracaso y una disminución de la autoestima. Asimismo, no hay que olvidar los factores familiares. Algunos estudios apuntan a la importancia del estilo educativo de los progenitores como una de las variables más significativas a la hora de abandonar prematuramente lo estudios. Por último, también cabe mencionar la transición de primaria a secundaria. Y es que se trata un momento fundamental en la vida educativa del menor, no solo porque se adentran en la adolescencia, sino porque, muchas veces, se ve asociado por un cambio de centro escolar, que conlleva un nuevo sistema pedagógico y un nuevo entorno social, que acarrea que el o la adolescente no encuentre su lugar y por ello, necesite un acompañamiento más profundo. Asimismo, no hay que olvidar, los retos educativos a los que se enfrentan estos adolescentes y jóvenes, que vienen dados desde primaria: la segregación escolar (distribución desigual de los alumnos en las escuelas en función de sus características sociales o personales, o de sus condiciones), que comienza en los colegios de primaria.

Todos estos factores afectan a los procesos de aprendizaje. Así pues, en España se requiere más que nunca trabajar por la equidad educativa para mejorar la inclusión social y promover el éxito educativo. Es cierto que en Balears existen programas como el PROA, el PAE o el PALIC, pero vista la tasa de abandono escolar temprano, todo apunta a que estos recursos de acompañamiento escolar no son suficientes. Consecuentemente, para frenar el abandono escolar temprano, se debería tener como faro el hecho de aumentar la inversión en educación, no solo en cantidad, sino hacerlo de manera eficiente; implementando sistemas de alerta temprana, basada en la monitorización de datos académicos; el refuerzo educativo gratuito; adoptar un plan de lucha contra la segregación escolar; y formar al profesorado en la gestión de heterogeneidad del alumnado, entre otros medidas. Todo ello, en unas políticas basadas en la evidencia científica y no en la intuición, la creencia o la ideología, hecho que vienen sucediendo desde hace décadas con las sucesivas leyes educativas, las cuales de momento no frenan el incremento de la desafección y abandono escolar de los alumnos.

Por tanto, no hay que olvidar que el abandono escolar temprano es un desafío multifacético que tiene profundas implicaciones para la economía y la productividad de un país y, hoy más que nunca, se debe invertir en educación y en políticas que fomenten la permanencia de los estudiantes en el sistema educativo porque solo así se podrá constituir una sociedad no solamente más equitativa e inclusiva, son que además podremos construir una economía más robusta y competitiva en el escenario tan competitivo como el actual.