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Donald Rumsfeld , Secretario de Defensa en la administración de Bush Junior, explicó la necesidad de una intervención en Irak por la existencia de armas de destrucción masiva, pero como no podía probar que existieran, se justificó con un galimatías sobre lo que sabemos y no sabemos que terminaba con un: hay cosas que sabemos que no sabemos.

Algo parecido nos ocurre veinte años después en España con un apartado que aparece en las estadísticas sobre donde pernoctan los turistas: el llamado alojamiento de no mercado al que no se le presta atención porque sabemos que no sabemos lo más importante: ¿Cuánto dinero mueve? Por definición la respuesta es 0, pero igual que Rumsfeld apoyó la invasión de Irak porque sabía que algo había, aunque resultara una falsedad, aquí será Hacienda la que tenga que averiguar lo que no sabemos, pero sabemos que existe y confiar en que la cosa vaya mejor.

Empecemos por el principio: los turistas pueden ir a establecimientos de mercado o de no mercado. El alojamiento de mercado incluye hoteles, pensiones, hostales y alojamientos en alquiler: viviendas de uso turístico, de alquiler tradicional, casas rurales, campings y, en algunos lugares de costa, barcos de recreo. En Balears, el pasado año unos 2 millones de turistas usaron este tipo de alojamiento, sobre un total de cerca de 18 millones.

Mas de 3 millones se hospedaron en alojamientos de no mercado , un tercio en viviendas en propiedad y dos tercios en lugares propiedad de amigos o familiares. Algo menos de la mitad eran españoles y el resto, extranjeros. Es el segmento que más creció el pasado año: un 14 %. Algo parecido ocurre a nivel nacional: uno de cada 6 turistas declara hospedarse gratuitamente en casas de amigos y familiares.

Sabemos que no todos dicen la verdad cuando los encuestadores les preguntan, pero no sabemos cuántos son. Sabemos que muchos alemanes, ingleses y españoles que tienen segundas viviendas en Mallorca, por ejemplo, las alquilan en su lugar habitual de residencia, donde reciben el pago que no declaran ni a la hacienda local ni a la española.

Tampoco pagan la tasa turística (impuesto) como si hacen los alojados en hoteles. La inspección autonómica no tiene suficiente capacidad para investigar a fondo este asunto, mientras que hacienda, que revisa las ofertas que aparecen en las plataformas de alquiler poco puede hacer para controlar un mercado que opera por debajo del radar y al que no le afectan las limitaciones que se imponen a las viviendas de uso turístico. Como cada año hay proporcionalmente más forasteros que compran viviendas en las Balears, parece inevitable que el actual descontrol persista, al aumentar el número de alojados de los que sabemos que no sabemos.