A Joe Biden, desgraciadamente, las cosas se le ponen muy complicadas. Las presiones para que abandone la carrera electoral que se iniciaron, después del cara a cara, se harán más intensas a medida que se acerque la fecha de la convención del Partido Demócrata, que se celebrará a mediados del próximo mes de agosto. Hasta el propio Obama, del que fue vicepresidente, le ha pedido que abandone. De hecho, Biden ya ha tirado la toalla.
De todas formas, humanamente era comprensible la resistencia de Biden a dar un paso atrás teniendo en cuenta que finalizará su presidencia con nota, y la renuncia la debe hacer teniendo ante sí a un contrincante que le negó su victoria desde el minuto uno (como acabo de señalar), con gran soberbia.
Trump, amigo de Putin, no es un buen aliado para la Unión Europea que, además, debe arrostrar con la ayuda económica y militar a su vecina Ucrania. El trumpismo, a partir de noviembre, le pondrá las cosas muy difíciles al colegio de comisarios de la UE, que, con Ursula von der Leyen al frente y nutrido de los representantes de las fuerzas proeuropeas que le han dado soporte, recientemente habrá iniciado su gestión de gobierno.
El clima de tensión y radicalidad que vive EE.UU no solo afecta a la sociedad estadounidense sino que también es posible que tenga consecuencias no deseadas para los cerca de 500 millones de ciudadanos europeos que sumamos los 27 Estados de la Unión.
Un segundo mandato de Trump al frente de EE.UU., que muy probablemente hay que dar como seguro (salvo que el Partido Demócrata se saque un as de la manga), repito, no es lo que la Unión Europea, que acaba de evitar que la derecha extrema marque su agenda, necesita para afrontar los importantes retos que le esperan a lo largo de estos próximos cinco años. Entre otros: el cambio climático, la transición energética, la revolución digital, la integración económica, el mantenimiento de la PAC, la creciente desigualdad, hacer realidad una política social europea y reforzar sus necesidades en seguridad y defensa.
En definitiva, Trump y su vicepresidente, David Vance, harán sufrir a Europa y pondrán en un brete a la recién elegida presidenta de la Comisión y a las instituciones multilaterales, empezando por la 0TAN.
La UE, si el ticket Trump y el converso Vance conquistan la Casa Blanca, tendrá la obligación, para no caer en la irrelevancia, de reaccionar y crecerse ante las posibles dificultades económicas que le vendrán, si Trump cumple su amenaza, de aplicar la tasa del 10 % sobre todas las importaciones estadounidenses de bienes, lo que significa multiplicar por cuatro los actuales aranceles comerciales. Para la economía española puede representar una carga extra aproximada de 20.000 millones de euros. Abundando en este tema, el economista John Plassard, que elabora para el banco suizo Mirabaud un boletín diario de economía que es un referente para banqueros e inversionistas, afirmaba hace unos meses en unas declaraciones a La Vanguardia que «si Trump gana tendremos un duopolio entre Estados Unidos y China, y Europa, fuera de juego».
Otro peligro es el posible recorte de la ayuda militar de EE.UU a la OTAN. De producirse, Europa deberá asumir, prácticamente en solitario, el liderazgo y la responsabilidad de evitar que Ucrania, destrozada por la guerra, acabe siendo víctima del delirio imperialista de Putin.
En definitiva, el resultado de las elecciones americanos de noviembre, para bien o para mal, afectará de lleno a Europa.
Cambio de registro y concluyo con una buena noticia que nos atañe a nuestra Comunidad Autónoma. Según el último análisis del Funcas, previsiblemente Balears liderará el crecimiento económico de nuestro país con un incremento del PIB del 3,5 % en el 2024.
Felices vacaciones.