La primavera y el otoño serían las estaciones que elegirían los turistas para visitar las provincias costeras. | Jaume Morey

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Hace más de 50 años que se habla del cambio climático, concretamente, los políticos, economistas y científicos se percataron en 1970 de que el clima estaba cambiando. Este efecto, que se refiere a la alteración a largo plazo de las temperaturas y a los patrones climáticos, se puede producir por causas naturales como pueden ser las variaciones en la actividad solar o las grandes erupciones volcánicas. Sin embargo, desde el siglo XIX el cambio climático se ha visto agitado por las actividades humanas, que se han convertido en el principal responsable de que el cambio climático se haya acentuado. Las principales consecuencias del cambio climático son las sequías intensas, la escasez de agua, los incendios graves, el aumento del nivel del mar, las inundaciones, el deshielo de los polos, las tormentas catastróficas, la disminución de la biodiversidad y el aumento de las temperaturas. Esta última consecuencia, según el estudio publicado el pasado mes de septiembre por BBVA Research ‘Escenarios del cambio climático y evolución del turismo español’, provocará, en un futuro cercano, una alteración del turismo.

El informe analiza los efectos del cambio climático sobre la demanda turística en España hasta el 2100, utiliza los datos de las 50 provincias españolas y considera diferentes escenarios climáticos. El documento refleja cómo el cambio climático afectará de forma desigual a las regiones españolas, concretamente las zonas costeras. Además, expone cómo dichos efectos pueden alterar significativamente la industria del turismo y la economía española. El estudio destaca que: «el turismo es una de las principales actividades económicas en España, con un 11,6% del PIB y un 9,3% del empleo en 2022, y por otro, la demanda turística presenta una marcada estacionalidad en España, con un pico en verano y una alta concentración en el turismo extranjero en busca de sol y playa».

En primer lugar, el estudio ofrece un análisis a nivel provincial del impacto de las condiciones climáticas en la demanda turística. En segundo lugar, la demanda turística se mide mediante el número de noches de alojamiento en hoteles y se diferencia a los visitantes nacionales de los extranjeros, puesto que los visitantes extranjeros tienen una mayor sensibilidad a los efectos del cambio climático que ha padecido el territorio. En tercer lugar, la investigación utiliza dos índices climáticos diferentes para medir cómo las condiciones climáticas influyen en la demanda turística, que son el Tourism Climatic Index (TCI), una medida para evaluar cómo el cambio climático influye en el turismo y en los patrones turísticos históricos y futuros en diferentes escenarios climáticos, y el Holiday Climate Index (HCI), un indicador bioclimático que evalúa las diferentes variables climáticas con el objetivo de determinar si las condiciones climáticas son las adecuadas para las actividades turísticas de carácter urbano.

Como bien muestra el estudio, el comportamiento del turismo muestra un patrón estacional con un pico en la temporada de verano. De este modo, el turismo extranjero supone una parte relevante del total, especialmente en aquellos destinos más demandados como son las Balears, Las Palmas, Barcelona, Tenerife, Madrid y Málaga que, según el presente estudio, «registraron el mayor número de pernoctaciones en 2023» y «la demanda turística se ha expandido significativamente en las últimas dos décadas, aumentando aproximadamente 222,66 millones de pernoctaciones en 2002 a casi 346,79 millones». Balears fue la provincia con un mayor número de pernoctaciones, alcanzando las 59.042.373, siendo el mayor número proveniente de extranjeros. En segundo lugar, está Las Palmas con 42.978.324 y Barcelona cierra el pódium con 33.752.627 pernoctaciones.

Mapa variación turismo
Variación del turismo que soportaría España por provincia ante un escenario climático negativo.

Sin embargo, «el turismo extranjero predomina en las áreas costeras mediterráneas, que es el tipo de turismo más afectado por las condiciones climáticas, y un empeoramiento de estas condiciones podría afectar significativamente tanto a las llegadas como a los ingresos del sector». Por el contrario, los turistas nacionales valoran además otros aspectos como la gastronomía o los paisajes. El informe también analiza el impacto de los datos climáticos históricos de 2002 a 2023 y los posibles efectos futuros del cambio climático en la demanda turística hasta el 2100. El estudio demuestra que en un escenario sin emisiones netas se espera que el impacto del cambio climático sobre el turismo presente una disminución de la demanda del 0,3% en 2100 en comparación al periodo de 2024-2030. Aunque a medida que la temperatura vaya aumentando a finales de siglo, el impacto negativo será más pronunciado, concretamente en los meses de verano cuando el calor extremo podría alterar la decisión de los turistas.

Los resultados del estudio muestran que en las provincias costeras del norte se podrían ver beneficiadas del progreso del cambio climático y podrían atraer a más turistas. En cuanto al turismo el rural, los expertos pronostican un incremento de la actividad durante los meses de mayo y septiembre, especialmente en las zonas de montaña, pero la influencia disminuiría durante los meses de invierno a causa del aumento de la temperatura en las estaciones de esquí y la disminución de las nevadas. Sin embargo, el turismo de ciudad se consolidaría, las provincias de la mitad norte de España progresarían positivamente a lo largo del año, en especial durante la primavera y el otoño, lo que supondría un impacto positivo neto de cerca del 0,48%.

Pernoctaciones por provincia
Pernoctaciones por provincia.

Las provincias del sur la tendencia sería la contraria y la demanda turística disminuiría. De este modo, los efectos pronosticados para la costa mediterránea y meridional, como son las Illes Balears, se prevé que haya una reducción del 60% en la demanda turística en los meses de verano, aunque se podría ver compensada con una recuperación parcial del 10% en otoño, esto daría lugar a una disminución neta anual del 27,4%. Es decir, las Islas sufrirían una disminución de los visitantes de más del 27% a lo largo del año. En la misma situación se encuentra Barcelona que sufriría un descenso del turismo del 10,9%, ligeramente por debajo se encuentra Huelva con una pérdida del 10,2%. En la parte opuesta estaría Asturias que ganaría un 6,9% del turismo. Por detrás se situaría Cantabria (+6,1%) y Lugo (+5,5%)

El informe también destaca el proceso de desestacionalización, en el que sugieren que «el cambio climático puede ampliar la temporada turística a la primavera y el otoño, ya que estos periodos se vuelven climáticamente más favorables en comparación con los meses de verano». Además, este cambio podría tener implicaciones económicas trascendentales, en los que se podría reducir el efecto negativo y mitigar la concentración estacional de la demanda turística y podría dar lugar a unos flujos de ingresos más estables durante todo el año. No obstante, «estos cambios también plantean retos para las regiones dependientes del turismo que deben adaptarse a estos nuevos patrones, lo que requiere inversiones en infraestructuras, marketing y servicios adaptados a los visitantes fuera de temporada».