Todos, sin excepciones, están convencidos de que las encuestas no reflejan fielmente la realidad, que no dudan que se asemejará mucho a sus expectativas. Font está convencido de que el cuarto diputado es seguro y no descarta, incluso, el quinto. Company cree en la remontada y Armengol insiste en reclamar una alta participación. Ensenyat llegó a tiempo y el debate comenzó sin más incidencias, más allá de los inevitables problemas de sonido, que no tardaron en solventarse.
Justo antes de iniciarse el debate, con los protagonistas ya sentados en sus respectivos asientos, Yllanes y Armengol demostraron su buen rollito con un breve intercambio de confidencias, aunque el candidato podemita no tardó en recordar que ellos son, precisamente, la garantía de un gobierno progresista. Pérez Ribas repitió aquello de que por cada punto de IRPF que aumente Pedro Sánchez su Govern lo rebajará en el tramo autonómico. Jorge Campos recordó su pasado como presidente del Círculo Balear y quedó patente que su séquito era el más numeroso en el Teatre Catalina Valls, puesto que se ganó los primeros aplausos de la tarde noche cuando explicó que su política de vivienda era idéntica a la de Podemos, la que hace posible pasar de vivir en Vallecas a Galapagar, en alusión al chalet de Pablo Iglesias e Irene Montero.
Ensenyat y Font evidenciaron su picardía y sintonía con diferentes alusiones cruzadas, mientras que Company hizo un guiño al presidente del Pi al que le preguntó directamente si quería pactar. El líder de Més recordó que la vara de mando de los alcaldes no era mágica para dejar claro que las administraciones no pueden hacer milagros y cuando Pérez-Ribas le preguntó quien gobernó la pasada legislatura Ensenyat mostró su agilidad mental al recordarle que era Bauzá «a quien usted conoce bien».
Company y Armengol se enzarzaron en una agria polémica sobre si durante la actual legislatura se había realizado alguna vivienda de protección oficial. El candidato del PP no dudó en asegurar, categórico, que ni una sola, mientras que Armengol le acusaba de «mentir». Campos exhibió su radicalismo, acusó al Govern de «chavista» y les recordó el «exprópiese» a los grandes tenedores. Y en educación, Campos enarboló la derogación de la Llei de Normalització Lingüística como su principal promesa electoral, al tiempo que acusaba al Govern encabezado por Armengol de utilizar el catalán como «arma adoctrinadora».
Las acusaciones del candidato de Vox recibieron el mayor desprecio, que no es otro que no hacer aprecio. Company y Pérez Ribas apostaron por la libre elección de lengua, mientras que el resto de candidatos loaban el actual sistema educativo. Sin novedades.
El discurso de los candidatos no se alejó de la ortodoxia partidista. Font apostó por una rebaja de sucesiones y donaciones, al tiempo que exhibía El Económico para recordar que la presión fiscal es Baleares es mucho mayor que en otras comunidades.
Y el debate acabó con el minuto de gloria. Seguro que todos quedaron satisfechos, aunque las grandes alegrías y las decepciones llegarán el domingo.
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