La comparecencia de Mónica Lewinsky ante los fiscales encargados
del juicio contra el presidente norteamericano, Bill Clinton, ha
creado una verdadera turbulencia política y dividido aún más a
demócratas y republicanos.
Su vuelta a Washington y su declaración anoche (hora española)
ante los fiscales, por mandato judicial, ha hecho que los
republicanos intensifiquen su deseo de llamar a declarar a los
testigos, mientras los demócratas buscan un fin inmediato para algo
que consideran «un circo».
«Esta charada política ha ido suficientemente lejos», ha
afirmado el senador demócrata por Carolina del Sur, Ernest
Hollings, en un adelanto de lo que puede ocurrir mañana en el
Senado. La jornada de hoy puede ser determinante para el juicio que
se sigue contra Clinton, porque en ella los demócratas podrían
pedir finalmente que se desestime el caso.
Además, hoy es el día clave para resolver el contencioso sobre
si deben o no ser citados a declarar los testigos y el líder de la
mayoría en el Senado, Tret Lott, ha anunciado que podría enviarse
también una carta al presidente Bill Clinton para que aclare las
contradicciones de sus testimonios.
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