Al mediodía del próximo sábado expira el nuevo plazo dado por una
veintena de ministros de Exteriores europeos, incluidos los de EEUU
y Rusia, para que, tras el fracaso de la semana pasada, a partir de
ayer lunes serbios y albano-kosovares se tomen en serio su estancia
en Rambouillet.
Mientras tanto el presidente serbio restó importancia al hecho
de que la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright,
lograra el domingo, que por primera vez algunos de los
representantes serbios y albano-kosovares en el foro se sentaran
juntos a la mesa.
Para el presidente serbio, esta primera reunión conjunta de
negociadores de ambos bandos en el castillo de Rambouillet, situado
a 50 kilómetros al suroeste de París, no fue más que un «bla, bla,
bla».
A pesar de la presión que la diplomacia occidental ejerció el
domingo sobre los negociadores serbios y albaneses, Milutinovic
destacó, en una conferencia de prensa celebrada en la residencia
del embajador yugoslavo en París, que Belgrado no ha variado un
ápice su rechazo al despliegue de tropas extranjeras en Kosovo para
supervisar el cumplimiento de un eventual acuerdo de paz.
«No creemos que esta fuerza sea precisa si el acuerdo es
aceptable para las dos partes. Si conseguimos un acuerdo que pueda
ser aceptado por toda la población, no necesitamos fuerzas
extranjeras», dijo el presidente serbio acerca del despliegue de
30.000 soldados, bajo el mando de la OTAN, que ha previsto la
comunidad internacional.
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