La comunidad internacional desató ayer una profunda crisis política
en el ente serbio de Bosnia, al destituir a su presidente
ultranacionalista y arrebatarle una ciudad clave, mientras que el
primer ministro moderado dimitió en protesta, junto con su gabinete
en pleno.
Al dejar su cargo, el jefe de gobierno en funciones, Milorad
Dodik, hasta ahora el dirigente serbobosnio preferido de Occidente,
calificó de «inaceptable» la decisión de un comité internacional de
arbitraje de convertir en un distrito neutral la disputada ciudad
de Brcko, en manos serbias desde la guerra.
Al mismo tiempo, el presidente del ente serbio de Bosnia, el
ultranacionalista Nikola Poplasen, elegido el pasado mes de
septiembre por mayoría abrumadora, anunció que no aceptaría su
destitución, que ordenó ayer el Alto Representante Internacional en
Bosnia, el español Carlos Westendorp. «El pueblo me eligió para el
cargo de presidente y es el único al que puedo devolver mi cargo»,
dijo Poplasen, quien calificó la decisión de Westendorp como
«antidemocrática y anti-Dayton», en alusión a los acuerdos de paz
de 1995.
Poco después de que Westendorp ordenara el cese de Poplasen, el
comité internacional de arbitraje para Brcko, presidido por el
estadounidense Roberts Owen, decidió convertir esta ciudad
estratégica en un distrito neutral que tendrá sus propias
autoridades multiétnicas bajo supervisión internacional y que, por
ende, dejará de formar parte de la República Srpska. La atribución
de Brcko al ente serbio de Bosnia hubiera privado a los musulmanes
del acceso al río Sava y, a través de un puente, a las carreteras
europeas de Croacia.
«Exigimos la urgente destitución de Carlos Westendorp que, con
su actitud hacia la república serbobosnia (Republica Srspka) y
hacia Bosnia, las trata como si fueran simples colonias», afirmó el
Partido Socialista Serbio (SPS) del presidente yugoslavo, Slobodan
Milosevic.
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