El asesinato de la abogada nacionalista norirlandesa Rosemary
Nelson al estallar ayer una bomba bajo su automóvil se produce en
un momento crítico del proceso de paz para el Ulster, a dos semanas
de que concluya el plazo para un acuerdo sobre el desarme
terrorista. El primer ministro británico, Tony Blair, calificó de
«repulsivo acto de barbarie» el asesinato de Nelson y prometió que
«se harán todos los esfuerzos para buscar y llevar ante la justicia
a los responsables de este despreciable asesinato sin sentido».
«El único objetivo de los asesinos es eliminar cualquier
posibilidad de reconciliación. No les permitiremos que tengan
éxito», afirmó Blair.
La abogada, casada y con tres hijos, se había destacado en la
defensa de los nacionalistas de Garvaghy Road, en Portadown (sur
del Ulster) en las disputas por el paso anual de un desfile de la
orden protestante de Orange por su barrio, de mayoría católica,
cada julio.
El Royal Ulster Constabulary (RUC, la Policía norirlandesa)
confirmó ayer el fallecimiento de Nelson en el hospital de
Graigavon poco después de sufrir el atentado, que le causó la
amputación traumática de las dos piernas y gravísimas heridas en el
abdomen.
El incidente ocurrió en el área de Ashford Grange, en Lurgan,
condado de Armagh, según el RUC, que añadió que no hubo una
advertencia de la colocación de una bomba pero todo parece indicar
que algún tipo de artefacto explosivo fue colocado en el automóvil
de la letrada.
Artificieros del Ejército británico acudieron al lugar de la
explosión para investigar el incidente, del que, aunque hasta el
momento no se ha atribuido la autoría ningún grupo, la Policía
responsabiliza a extremistas paramilitares protestantes.
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