El presidente estadounidense, Bill Clinton, envió ayer a Belgrado
al diplomático Richard Holbrooke, en una misión de última hora para
convencer al dirigente yugoslavo, Slobodan Milosevic, de la
necesidad de firmar un acuerdo sobre Kosovo y así evitar los
ataques de la OTAN.
La secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright,
anunció ayer que Holbrooke y Milosevic se reunirán esta noche,
mientras la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)
está preparada para lanzar una acción militar. Según Albright,
Holbrooke reiterará a Milosevic que la Alianza Atlántica prepara
ataques aéreos contra la República Federal de Yugoslavia (Serbia y
Montenegro). Washington y la Alianza Atlántica quieren que
Milosevic acepte el plan de paz de la comunidad internacional para
Kosovo.
Tres hipótesis son posibles para el caso de que la Alianza
Atlántica decida bombardear blancos militares serbios en
Yugoslavia, como amenaza hacerlo desde hace meses. El objetivo
político del ataque deberá estar determinado previamente por los 19
aliados: sanción después de una masacre, tentativa de detener el
recrudecimiento de los combates, voluntad de destruir en gran parte
la capacidad militar de Belgrado o voluntad de hacer que los
serbios acepten un Acuerdo de Paz.
Las tres respuestas militares pueden clasificarse en ataques
simbólicos, de alcance muy limitado y que equivaldría más a una
amonestación que a una voluntad de destrucción; ataques
importantes, varios sitios de defensa antiaérea serían atacados, no
sólo en Kosovo sino también en profundidad en territorio serbio; y
ataques importantes en duración, esto es la destrucción del arsenal
militar serbio.
Mientras, la ofensiva militar serbia en Kosovo se recrudece y el
número de muertos aumenta entre los rebeldes y las tropas regulares
de Belgrado. Por su parte ACNUR anunció ayer que ha contabilizado
ya 5.000 civiles albano-kosovares que han abandonado sus
hogares.
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