La escalada de violencia que acaba de causar decenas de muertos en
el Cáucaso ruso rebrotó ayer, con un atentado contra Aslán
Masjádov, presidente de la independentista Chechenia, desgarrada
por luchas internas y nuevamente amenazada por Rusia. Masjádov
salió ileso de un atentado que Grozni y Moscú, que afrontan sendas
crisis políticas internas, atribuyeron mutuamente a los «halcones»
del otro bando, empeñados en provocar el caos para hacerse con el
poder.
La acción terrorista contra Masjádov, la quinta desde 1996 y la
segunda desde que fue elegido presidente ese mismo año, fue
perpetrada con una bomba activada al paso de su comitiva por el
centro de Grozni y, al menos, causó un muerto y ocho heridos. La
bomba hirió a varios transeúntes y guardaespaldas, abrió en el
asfalto un socavón de tres metros de profundidad y cinco de
diámetro, destruyó varios automóviles aparcados y de la comitiva y
rompió los cristales en los edificios adyacentes.
Masjádov, tras escapar del atentado, acusó a las fuerzas rusas
que «tienden a desestabilizar la situación en el norte del
Cáucaso». «En Rusia comienzan los acontecimientos que están
vinculados a la lucha preelectoral y creo que el acto terrorista de
Vladikavkaz, el secuestro del general Chpigun y el atentado contra
mi persona forman parte de un todo», precisó Masjadov a la
televisión.
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