Los resultados de las primeras elecciones autonómicas en Escocia y
Gales dibujan un panorama al que no están nada acostumbrados los
británicos.
Los laboristas deberán formar un gobierno de coalición, al menos en
Escocia, con los liberal-demócratas, algo extraño en un país
acostumbrado a mayorías absolutas. Los laboristas se proclaman
también el partido más votado en las elecciones municipales en todo
el territorio británico, aunque sufren un fuerte retroceso con
respecto a los comicios anteriores, revés del que se ha
aprovechado, sobre todo, el Partido Conservador.
El primer ministro británico, Tony Blair, trató de poner al mal
tiempo buena cara y destacó ayer la actuación que ha tenido su
partido en las elecciones municipales, donde ha logrado el mayor
porcentaje de votos, un acontecimiento insólito para un Gobierno a
mitad de su mandato.
Blair reconoció que será necesario entablar conversaciones con
los liberales demócratas, el tercer partido en el Parlamento
británico, para formar un gobierno de coalición en Edimburgo
(Escocia) y también en Cardiff (Gales).
Asímismo el primer ministro birtánico ha señalado que «habrá
conversaciones con los liberal-demócratas para la formación del
nuevo Ejecutivo», afirmación que ha sido reiterada por el líder del
Partido Liberal-demócrata, Paddy Asdown, quien afirma que «los
laboristas no podrán tener las manos libres».
En Escocia, los laboristas lograron 56 de los 129 escaños en
disputa y se espera que el candidato del partido de Blair, Donald
Dewar, inicie conversaciones y negociaciones con el líder
liberal-demócrata en Escocia, Jim Wallace, este mismo fin de
semana.
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