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Los directores políticos del G-8 (los siete países más industrializados y Rusia) tampoco alcanzaron ayer, en su segunda reunión, un acuerdo sobre un borrador de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para la paz en Kosovo. Poco antes de la reunión el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán, Martin Erdmann, vaticinó que no se lograría consensuar un borrador definitivo, ya que el tiempo transcurrido desde la última reunión, el pasado miércoles, es demasiado breve para superar las dificultades existentes. Entonces, tras 14 horas de conversaciones, el escollo fundamental para lograr el acuerdo fue la composición y mando de la fuerza internacional que garantice el retorno de los albano-kosovares a sus hogares y la exigencia rusa de un alto el fuego por parte de la OTAN.

Por su parte, Rusia destacó ayer la persistencia de «divergencias» con Estados Unidos respecto a la crisis de Yugoslavia, al término de un maratón diplomático que congregó en Moscú a numerosos mediadores internacionales. El jefe de la diplomacia rusa, Igor Ivanov, reclamó a la OTAN y a Washington «voluntad política» para detener sus ataques y llevar la paz a Yugoslavia, después de una reunión con su colega griego, Yorgos Papandreu, y el mediador de la ONU, el sueco Carl Bildt.