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Los esfuerzos diplomáticos para buscar una salida negociada al conflicto de Kosovo estaban ayer rodeados de incógnitas tras el anuncio del Tribunal Internacional de La Haya de procesar al presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, por «crímenes de guerra». La OTAN, que batió ayer un nuevo récord en sus bombardeos contra Yugoslavia con 308 misiones de ataque, se mostró mas decidida que nunca en redoblar su operación militar contra el régimen de Belgrado, al considerar que la decisión del Tribunal demuestra que «la moral y el derecho están del lado» de Occidente.

Fue la conclusión a la que llegaron el presidente de EE UU, Bill Clinton, y su colega francés, Jacques Chirac, tras mantener ayer una conversación telefónica. La Alianza, que respaldó la decisión del Tribunal de La Haya, afirmó que «toma nota» y que los países que la forman «continuarán aportando información al Tribunal para apoyar sus acusaciones» contra Milosevic y los otros cuatro altos dirigentes yugoslavos. Además de Milosevic han sido inculpados por crímenes contra la humanidad el presidente de Serbia, Milan Milutinovic; el viceprimer ministro de la República Federal de Yugoslavia, Nikola Sainovic; el jefe de Estado mayor del Ejército yugoslavo, Dragoljub Ojdanic; y Vlajko Stokiljkovic, ministro del Interior de Serbia.

La inculpación de Milosevic (el primer jefe de Estado en activo acusado de crímenes de guerra) abre ahora la incógnita de si se le puede considerar o no un interlocutor valido en el proceso de negociaciones internacionales para buscar una salida política a la crisis de Kosovo.

Rusia consideró la decisión del Tribunal de La Haya como una medida «politizada» que «obstaculizará» el proceso de paz. Sin embargo, no arroja la toalla y tras dos jornadas de intensas negociaciones con el mediador estadounidense, Strobe Talbott, y el europeo, el presidente finlandés, Martti Ahtisaari, en Moscú, enviará mañana a su emisario para los Balcanes, Víctor Chernomirdin, a Belgrado, tras suspender el viaje previsto en un principio para ayer.