Las conversaciones mantenidas ayer en Petesberg (cercanías de Bonn)
entre los mediadores para Kosovo de Rusia, EE UU y la Unión Europea
(UE) han servido para obtener «nuevos e importantes progresos» pero
«nadie se siente eufórico porque no hay razones para la euforia».
Así resumió el canciller federal alemán, Gerhard Schroeder, la
primera sesión de negociaciones entre el enviado ruso, Victor
Chernomirdin, el subsecretario de Estado de EE UU, Strobe Talbott,
y el presidente finlandés y mediador de la UE, Martti Ahtisaari.
Las conversaciones, que se prolongaron durante la cena, «nos han
permitido clarificar posiciones de cara al viaje que realizaré
mañana (hoy) con Chernomirdin a Belgrado», agregó Ahtisaari. «Había
necesidad de clarificar aspectos entre nosotros, temas relacionados
con la aplicación práctica del plan de paz del G-8 (los siete
países más industrializados más Rusia) porque la respuesta que
pediremos a Belgrado mañana (hoy) será muy clara», dijo, dejando
entrever que Milosevic debe elegir entre la paz o la guerra.
El mediador de la UE matizó que la pregunta al presidente
Slobodan Milosevic no será si acepta o no las exigencias del G-8 y
de la OTAN, sino «averiguar si existe una base sólida y realista
para un acuerdo de paz». Ahtisaari subrayó que Chermomidin y él
viajan a la capital yugoslava con una «posición consensuada»
porque, a pesar de los detalles prácticos que aún se han de definir
con precisión, «el plan del G-8 recoge los puntos de vista de
Rusia».
Entre los aspectos que se trataron durante las conversaciones de
Petesberg y que Rusia debe aclarar con los aliados, Ahtisaari
mencionó el despliegue de una fuerza internacional civil y de
seguridad en Kosovo. «Caeríamos en un error al politizar esa
fuerza, porque tanto su composición como mando debe responder
únicamente a criterios prácticos. Los refugiados y desplazados
tienen que regresar a sus hogares y la comunidad internacional debe
ofrecer a la población de Kosovo las garantías de seguridad. Ese es
el objetivo de la presencia internacional pactada en el G-8»,
señaló Ahtisaari.
Preguntado sobre si Rusia acepta finalmente que esa fuerza
internacional esté bajo el mando de la OTAN, Chernomirdin respondió
que «Rusia acepta participar en esa fuerza con un contingente
numeroso, y en consecuencia es necesario clarificar la relación de
Rusia con los aliados». Frente a las evasivas y falta de precisión
de Ahtisaari y Chernomirdin sobre el contenido de las negociaciones
de Petesberg, el canciller alemán aseguró que se han realizado
«importantes progresos» y que «la troika negociadora está en el
camino de una solución política de la crisis de Kosovo».
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