Los indonesios participan hoy en las primeras elecciones libres
organizadas en el país desde 1955 con la esperanza de dejar atrás
30 años de régimen autoritario y una crisis económica que dejó a
Indonesia en la bancarrota.
El éxito de estas elecciones legislativas, etapa esencial del
proceso que culminará antes de fin de año con las elecciones para
designar a un nuevo presidente, puede convertir a Indonesia, como
lo repite incesantemente el Gobierno actual, en «la tercera
democracia del mundo».
Estas elecciones pueden asimismo iniciar un período de
negociaciones políticas y tratos secretos muy competitivos, que
amenazan con obstaculizar el buen desarrollo del Gobierno de este
inmenso país de 206 millones de habitantes que, desde hace un año,
está sumergido en la desintegración y la violencia.
Fue este mismo temor el que el presidente fundador de Indonesia,
Sukarno mencionó para proclamar, en 1995, la «democracia dirigida»
y destituir al Parlamento libremente elegido ese mismo año, aunque
afectado e incapaz de desempeñar su papel, dando al Ejecutivo y al
Ejército el papel dominante, que han conservado hasta la
actualidad.
Cerca de 112 millones de electores, de los 130 millones de
indonesios mayores de 17 años o casados, se censaron para
participar en los comicios. El Parlamento formará los dos tercios
de la Asamblea Consultiva Popular, cuya tarea consistirá en elegir,
en principio en noviembre de este año, al Presidente de la
República, confirmando o remplazando al actual titular, Jussuf
Habibie, puesto a la cabeza del Gobierno por su predecesor Suharto,
quien se vio forzado a dimitir en mayo de 1998.
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