El vicepresidente de EE UU, Albert Gore, intentó ayer distanciarse
de la sombra de la era Clinton con la promesa de devolver a la Casa
Blanca los valores familiares, en el inicio formal de su campaña
para las elecciones del año 2000. Gore, de 51 años de edad, eligió
su ciudad natal de Carthage (Tennessee) para explicar quién es y
por qué quiere ser el primer presidente de EE UU del nuevo milenio
que dé al país una nueva orientación que borre el mal sabor de los
escándalos de los últimos años en la Casa Blanca.
En perfecto español, Gore pronunció una frase para apelar al
voto hispano que de forma mayoritaria ha respaldado a Clinton y que
en el 2000 puede desempeñar un papel crucial si el candidato
republicano es el actual gobernador de Texas, George W. Bush, quién
ha sabido captar el voto latino. «Mis amigos, seguiremos trabajando
juntos mano sobre mano por el futuro de nuestras familias y
nuestros niños», afirmó Gore.
El vicepresidente tiene ante sí el difícil reto de distanciarse
de quién ha sido durante más de seis años su fiel aliado y amigo
para evitar verse salpicado por el cansancio y traumas causados por
el presidente Bill Clinton. El propio presidente norteamericano
dijo ayer desde Ginebra que Gore debe ahora «dar un paso adelante y
hablar por sí mismo».
Precisamente, Al Gore juzgó «inexcusable» el enredo sentimental
que Clinton tuvo con la joven becaria de la Casa Blanca. «Pienso
que lo que (Clinton) hizo es inexcusable», declaró Gore a la
televisión ABC. «Ese hombre es uno de mis amigos», dijo Gore, quien
se confesó «decepcionado» por la conducta del presidente
norteamericano.
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