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SERGIO IMBERT - COLONIA La reconciliación con Moscú tras la crisis de Kosovo y el apoyo a su pacificación y reconstrucción fueron las decisiones claves de la cumbre de los líderes del Grupo de los Siete (G-7) más Rusia celebrada en Colonia el pasado fin de semana. La presencia del presidente ruso, Boris Yeltsin, en la reunión de ayer, sirvió para dar por cerrada la crisis de las relaciones de Moscú con los países occidentales durante el conflicto armado de la OTAN con Yugoslavia.

Rusia, que pide urgente ayuda extranjera para mantener su solvencia, tendió ayer la mano a Occidente para superar la etapa de desconfianza y tensión en sus relaciones por el conflicto de Kosovo y la crisis rusa. Pero Yeltsin tuvo que hacer serias concesiones a Occidente a cambio de poder lucirse una vez más en el club selecto de líderes mundiales y de obtener su espaldarazo a Rusia en su delicada situación económica.

En la cumbre Yeltsin ratificó el acuerdo de participación de tropas rusas en la operación de paz en Kosovo que suponen un retroceso de las exigencias iniciales de Moscú, cuyos soldados serán distribuidos en tres sectores aliados en vez de controlar uno propio en la zona serbia de la provincia. Además, la aceptación por Yeltsin del Pacto de Estabilidad para el sureste de Europa, que de hecho condiciona el acceso de Belgrado a programas de ayuda a un cambio del régimen político, será interpretada por la oposición en Rusia como una «traición a los hermanos serbios».

Pero el asunto que más ampollas promete levantar en Moscú es el compromiso con Yeltsin ante su colega de EE UU, Bill Clinton, para revisar el tratado bilateral ABM de defensa antimisil, que para numerosos sectores políticos rusos es el último refugio de Moscú para conservar la paridad nuclear con Washington.

El liderazgo norteamericano sale reforzado de la 'cumbre' de Colonia
Bill Clinton se perfila como el ganador de la reunión que celebró ayer con su colega ruso, Borís Yeltsin, después de haber logrado avances en cuestiones de desarme sin dar a cambio un compromiso claro sobre ayuda económica. Estados Unidos intentó destacar que no ha habido vencedores ni vencidos, ya que lo importante es que se ha reanudado el diálogo y la cooperación con Rusia, tras el congelamiento de relaciones que supuso la intervención de la OTAN en Kosovo. Además, la cancelación de las deudas del Tercer Mundo no fue global ni total, como exigía Washington.

Los resultados concretos del encuentro Clinton-Yeltsin son más favorables a EE UU. La principales novedades se registraron en el capítulo de desarme, donde ambas partes se comprometieron a reanudar las conversaciones hacia un tratado de reducción de armas nucleares START III y abrieron la puerta a posibles cambios en el Tratado ABM de defensa antimisiles. «Esto es muy importante, porque por primera vez los rusos han aceptado discutir cambios en el Tratado ABM que podrían ser necesarios si decidimos desplegar un sistema de defensa antimisiles», afirmó Sandy Berger, consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. En resumen, Clinton cumplió todo su programa de exigencias, Rusia cedió a cambio de recibir promesas y el resto de países ricos siguió la comba marcada por EE UU.